Mientras terminamos el mural de la Casa Escuela, hemos estado trabajando en cumplir las promesas en la Digna Rosa para ir cerrando el proyecto. La verdad es que por diferentes motivos tuvimos varias demoras: falta de coordinación con la agrupación, otros eventos y lluvia, que nos impidieron realizar la actividad final con les niñes. Finalmente, luego de correrla el domingo por amenaza de lluvia -el muro no podía estar húmedo para pegar el mural- nos decidimos por juntarnos el martes en la mañana a trabajar en la instalación del mural, y ese día en la tarde con les niñes trabajar en la pintura del segundo mural. Nos acompañó Cristian, un amigo de la Pao con el que ya habíamos compartido en otros proyectos y que es experto en pegar cerámicas, de quien pudimos aprender algo más de su maestría. Trasladamos todo al muro rojo del almacén a un costado de la plaza. Las dueñas del almacén que nos prestaron el muro estaban felices. Hasta ese día no habían visto el resultado final. Quedamos trabajando trás un camión de la feria que se instala ahí los martes y los jueves. Aunque nos acotó el espacio, fue una especie de telón para mantener la sorpresa, cuando se corrió en la tarde ya estaba el mural instalado y limpio.
Aunque estábamos relativamente escondidas trabajando, muchos vecinos y vecinas fueron a mirar que estábamos haciendo y preguntar el contexto de la actividad. Nos felicitaron por el mural, sus colores y el proceso. Preguntaban también quiénes eran ‘El Clan’ y ahí Bea aprovechó de contar sobre la agrupación de les niñes. Terminó dándole el contacto a varias personas que se mostraron interesadas por sus hijos o hijas, para que pudieran participar, o que se sintieron en sintonía con el proyecto.
El mural hace aparecer la plaza -en ese momento ocupada como estacionamiento de feriantes- como un lugar para les niñes y despierta los recuerdos de quienes ahora son jóvenes y adultos. La plaza antes sí era ampliamente utilizada, tenía más juegos. Es más, una señora se nos acercó para contarnos que su hija, ahora adulta, cuando vio la imagen del mural que ella le envió por WhatsApp, recordó cómo en esa plaza tenía una casa en uno de los árboles y cómo jugaban ahí. Nosotras sin saber esto, lo habíamos incluido en el diseño por pedido de les niñes. Además, el mural visibiliza el trabajo del Clan a través de los años, abriéndole puertas a nuevas casas y familias del barrio. Esto fue uno de los objetivos iniciales de proyecto: empoderar a la agrupación El Clan en el barrio. En realidad, ya estaban empoderados, pero aportarles a su causa para hacerla crecer y permanecer en el tiempo ha sido una bonita experiencia para nosotras.
Todo esto sucedió en paralelo a la sesión de pintura en materos en la Casa Escuela, donde participó Ester, Francisco y Bernardita, las tres personas que han estado de forma permanente en el último periodo del proyecto. Como se trata de un número reducido de personas, han podido aprender con mayor precisión y detalle, de acuerdo a sus intereses, como actúan los pigmentos, han hecho sus propios experimentos y aprendieron a esmaltar sus materos pintados, así es que quedaron felices y fue todo un éxito.