Nunca habíamos podido cruzar al frente, por lo que sentíamos mucha intriga.
Nos prestaron un bote blanco, inmediatamente queríamos cruzar.
El Nico sabe remar, aunque no es experto, logramos llegar al otro lado.
Tiramos el ancla.
Nos bajamos y comenzamos a caminar entre los pinos, nunca habíamos visto pinos tan grandes.
Saliendo del bosque llegamos a la playa.
Había mucha neblina y el viento corría fuerte, vimos los pinos caídos en la playa.
Era como si hubieran tirado una bomba, pero en verdad fue el mar el que botó lo pinos.
El mar que se metió entre el bosque tirándolos abajo en el terremoto del 2010.
El mismo mar que ahora resonaba con cada ola dejando una densa espuma.
A lo lejos, un animal caminaba en la orilla, pensamos que era un perro.
¿Por qué un perro estaría solo, si a este lado del río no vive nadie?
Nos acercamos para verlo mejor, no era un perro.
Era un lobo marino, quizás herido o perdido.
Al acercarnos, más se metió al agua perdiéndose entre las olas.
Seguimos caminado, no hay nada más que troncos.
Encontramos un cráneo del algún animal, no sabemos de cual.
Parece de pelicano, pero no estamos seguros.
Ya se hace tarde, y aparece nuevamente el frio.
Mejor volvamos a la caleta.
Al volver vimos el pueblo desde un lugar que nunca lo habíamos visto.
Las chimeneas prendidas nos avisan que ya se va hacer de noche.