Hace unas semanas recibimos la invitación para ser parte de la segunda Jornada Red Cultura de la Seremi de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. La invitación comprendía un par de días de estadía en Punta Arenas y por lo mismo viajamos un día antes para coordinar nuestra participación.
El jueves 8 nos reunimos con Mariela Veraguas, Coordinadora de Red Cultura, para entender la logística y funcionamiento de las jornadas y cómo se esperaba que compartiéramos nuestra experiencia y lo realizado hasta la fecha en la Residencia en Villa Tehuelches a los invitados de la Jornada, a la que asistirían encargados de cultura municipales, gestores de espacios culturales públicos y privados y de organizaciones culturales de toda la Región.
Partimos el día 9, fuimos presentados por Mariela y nos tocó abrir el encuentro. Nuestra exposición se estructuró en tres ejes temáticos: 1. El proceso de postulación (Mariela hizo hincapié en este punto pues, a su modo de ver, era de gran importancia para las organizaciones culturales). 2. La refocalización de la residencia y las consecuencias que ello tuvo para concretar el viaje y comenzar el trabajo de las primeras semanas. 3. El trabajo con la comunidad, la recepción y desarrollo del proyecto.
De inmediato el interés de los participantes de la jornada se centró en el último punto, abriéndose un espacio de preguntas que buscaban ahondar en detalles de la colaboración. Llamó profundamente la atención nuestra capacidad de convocatoria, y es que conseguir la asistencia de un promedio de 10 personas a reuniones en temáticas de cultura, para quienes nos escuchaban –de manera unánime– era un gran logro. Les relatamos que en un comienzo nos vimos un poco decepcionados de dicho número, quizás sin entender mucho las características del territorio y los resultados de otras convocatorias en el lugar, hasta que en Villa Tehuelches nos hablaron de la dificultad histórica de atraer a más participantes a este tipo de instancias y que con 8 personas ya debíamos estar más que satisfechos (a estas alturas seguimos sumando colaboradores y creemos que es uno de los grandes éxitos de esta residencia el generar un trabajo que todos los y las habitantes de la comunidad conocen, al menos de oídas). Ese desconocimiento inicial, fue el que nos impulsó a redoblar nuestros esfuerzos en el llamado a participar del proyecto. Hicimos puerta a puerta, imprimimos afiches e invitaciones y nos unimos a un grupo de WhatsApp de los vecinos que logró establecernos como interlocutores válidos a sus ojos y finalmente como una familia más de la villa.
Mencionamos también que una de las mayores dificultades que enfrentarnos el comenzar esta experiencia, fue lidiar con el hecho de venir de Santiago. Presentarnos como artistas de Santiago era nuestra peor carta, el centralismo que vive el País no nos ayudaba a la hora de embarcarnos en este proyecto y es difícil apartar el prejuicio que recae sobre quienes provenimos de la capital que indica que somos egoístas, agrandados, paternalistas y soberbios. Lo enfrentamos transparentando el hecho, haciéndoles saber que entendíamos su reticencia ante la «invasión capitalina», lo que de inmediato generó empatía, incluso risas y nos puso en mucho mejor pie para abrir al menos los canales de comunicación y lograr exponer lo que nos traía hasta estas tierras. La distancia y diferencia de nuestros orígenes, también fue un factor que influyó de manera positiva, empoderándoles respecto de su propio valor como expertos locales y entendiendo nuestra presencia como colaboradores y catalizadores de este conocimiento, desde las herramientas que nos proporciona nuestra condición de artistas.
Otro punto de interés por parte de los asistentes a la Jornada Red Cultura, fue el resultado que esperábamos obtener de nuestro paso por Tehuelches. Decidimos presentarlo de la misma manera que lo hicimos a la gente de nuestro territorio, por lo que comentamos también los cambios que habían surgido a partir del trabajo colaborativo y los acuerdos que cada semana tomábamos para darle forma y lograr el objetivo de generar un producto que diera cuenta del trabajo colaborativo entre el colectivo y la comunidad.
Hubo sorpresa y parabienes, pues vieron con muy buenos ojos cómo se lograba plasmar la esencia de Aiken en algo tan concreto como un libro, impresionándose también de la activa participación emprendida por los vecinos y el nivel de compromiso con la residencia y sus acciones.
Hablamos de la importancia de que algo “haga sentido” en los colaboradores, pues ahí radica quizás el mérito de esta experiencia:
A Villa Tehuelches le «hace sentido» este trabajo, Laguna Blanca necesita Aiken.