La importancia de la escucha y la flexibilidad para estar antetxs a lo que nos va pidiendo el territorio y las personas con las que vamos trabajando.
Dar espacio, permitir que las cosas se expresen en su naturaleza, en sus propios tiempos y formas. La residencia es solo un medio, una ruta, una puerta de entrada a otras formas de comunicación. Otras capas del lenguaje, de las relaciones humanas, de lo que está invisible. Nosotrxs como navegantes, vamos uniendo cabos, creando mapas de ruta. Intentamos observar lo que no se ve a primera vista, ese hilo que se va develando en la medida que nos abrimos a las relaciones humanas, al compartir desde lo más sencillo, desde “el ser humanos” más allá de las agrupaciones, más allá de las ideologías políticas… allá, más atrás. Un lugar donde podemos mirarnos, escucharnos, y compartir. Considero que el arte se encuentra en ese espacio “liminal”, fuera de las categorías, en tierra de nadie y todxs a la vez. Esa grieta nos da libertad y permite lo interdisciplinar, el cruce de muchos aspectos que nos atraviesan como seres humanos, y al mismo tiempo el arte nos permite permanecer en la poesía de narrarnos, representar, sumergirse en las imágenes, los espacios, la materia, para abrir los ojos a la relación de un adentro y un afuera.
Se acerca el último mes de la residencia. Como siempre comenzamos la semana con nuestra reunión de pauta, planificamos las actividades que nos quedan y empezamos visualizar las fechas de cierre y gestionar la presentación final del tapiz. Los cierres que pensamos son momentos de celebración colectiva, sin embargo antes de celebrar nos interesa aprovechar la última sesión del tapiz para conversar lo que ha significado el proceso para ellxs, que implica una propuesta colaborativa en la que todxs somos autorxs, maestrxs y aprendices. Y así poder reconocer sus propias herramientas para que en un futuro, si ellxs quisieran darle continuidad o crear una instancia como esta, puedan hacerlo por sus propios medios.
Al día siguiente teníamos programado la grabación de nuestro IV programa de radio “Rutas de encuentro”: Ser mujer en la Patagonia.
Para eso entrevistamos a Rosa Caucaman (50 años) y Margarita Baigorria (75 años), ambas mujeres campesinas nacidas en la región. Hablamos sobre su juventud, cómo aprendieron a ser mujeres, sus referentes y cómo ven a la mujer actual. También abordamos la violencia de género como una problemática que está muy presente en esta localidad y cómo las atraviesa a ellas como mujeres.
Ese día se cortó la luz en la radio, asi es que tuvimos que grabar el programa en la Biblioteca. La entrevista fue muy emotiva, Rosa y Margarita apenas se conocían y en la medida que fueron compartiendo sus historias se dieron cuenta que ambas habían vivido violencia intrafamiliar, ambas mujeres campesinas que tuvieron que posponerse para sostener una economía familiar. Durante la entrevista nos cuentan que no existe ningún espacio donde las mujeres puedan reunirse y compartir vivencias.
Al terminar, con el apoyo de Rosa, surge la idea de hacer un Círculo de mujeres. Con los días, al comentarlo con otras mujeres, nos damos cuenta que es una necesidad importante.
Pienso que el arte y el trabajo con el cuerpo pueden ser una buena herramienta para abrir el círculo y entrar a hablar de nuestra experiencia de ser mujer en esta zona
Esa tarde como siempre y con mucho gusto nos reunimos para trabajar en el tapiz, en la sede del adulto mayor. De forma democrática votamos oficialmente por el lugar de la exhibición del tapiz, luego mostramos el registro de la primera etapa de trabajo cuando no había nada sobre la tela y no sabíamos cuál iba a ser su rumbo. Posterior a eso Maca y Diego hacen retratos y preguntas a todas las personas del taller y la registran en video: ¿Qué estás haciendo y por qué? ¿Qué ha significado para ti esta experiencia?
Me planteo en un futuro, al finalizar el taller, cuáles serán las preguntas indicadas para abrir cuestionamientos sobre esta forma particular de trabajar en colectivo, y utilizar el arte como punto de encuentro transversal.