En mis últimos pasos sobre el camino de cemento en dirección al puente colgante, me encontré con Nicolás Loncohino andando en bicicleta, el me entrego las ultimas indicaciones y me dijo:
– “Haga trabajar su mente”….
Durante la caminata de tres horas de ida y tres horas de vuelta, encontré varios puesto que podré incluir en la cartografía, también identifique una manga para vacunos y una locomotora de algún tren antiguo. Luego de eso el camino me fue envolviendo en la desbordante naturaleza. Fue imposible contar las cabezas de vacunos, que por más que intente hablarles, se espantaban y se echaban a correr… no paso lo mismos cuando vi un pájaro de pecho blanco con negro, el pájaro me miro, yo lo mire y cuando entramos en esa confianza mística, el ave llamo a toda su pandilla pajarística, estuve un buen rato ahí. Al regresar comente este suceso, obviamente sabían perfectamente cual era el pájaro, le llaman el “alentadito”.
Al llegar al puente no me dio el coraje para cruzar, había un viento que pareciera que lo iba a dar vuelta, se escuchaba el viento y su crujir. Me dicen:
Acá, todo paisaje habla; los arroyos, el río, el viento, la tierra, el polvo…
Acá el paisaje habla y el sujeto se relaciona con el.