En cualquier latitud del mundo existen códigos, normas e instituciones que implica una «proceder» cultural. Es ahí en donde interactúa, desde el punto de vista de las humanidades, la vida social.
Ercilla es un lugar de aquellos en donde se percibe, sobre todo, cordialidad y por cierto curiosidad ante nuestro arribo. Se trata de un territorio que históricamente ha estado sujeto a «protocolos» mapuche y no mapuche, que tiene que ver con la llegada no desapercibida del extranjero (winka) o Ka txipa che, cuyo significado literal denomina a «la gente que sale de otros lugares». Independiente de los objetivos prácticos de esta residencia y el producto artístico que ésta deba “dejar”, resulta imprescindible un acercamiento serio y transparente con la gente que habita esta zona. Cualquier sea un acto u obra “colaborativa» debe que ser previamente informado y tácitamente consultado, de lo contrario el «protocolo » no existe y se da lugar al intervencionismo, causa histórica de la desconfianza generalizada.
Los territorios rural y urbano contemplan protocolos diferentes, y resulta fundamental conocer estas diferencias en el establecimiento de vínculos con el pueblo mapuche en particular. Esperamos estas puedan ser tomadas en cuenta por cualquier otro proyecto de cualquier índole, como un recordatorio del respeto por las costumbres ancestrales, que si estamos aquí para ponerlas en valor, es mandatorio compenetrarse con estas formas, permitirlas y entrar en diálogo con ellas. Allí el aprendizaje, y el inicio de una verdadera colaboración.
Pelantaro Millao