Javiera Barrera fue una de esas personas que hemos logrado conocer durante la residencia. Desde los primeros encuentros, nos manifestó su interés por la fotografía. Luego, se ha sumado a la realización del documental Aukinko, el eco de todas nosotras. Tenemos la suerte de conocer y estar realizando un trabajo colaborativo con un talento emergente de la fotografía en Ercilla.
“Llegó a mi de mano de una persona muy especial que me acompañó en el camino de ir mejorando cada vez más, me enseñó las técnicas básicas para usar la cámara y lograr lo que quería con ella. No utilizo conscientemente técnicas de encuadre ni técnicas estéticas, sólo fotografío según mi criterio, sigo mi instinto. Me gusta fotografiar la naturaleza, animales, objetos que se vean estéticos, pero sobre todo encuentro noble lo cotidiano, fotografiar sin aviso, sin romper la actividad, fotografiar la esencia del hacer, mostrar algo fugaz o que está ahí todo el tiempo y hacerlo evidente mediante una fotografía”. Es de esta manera como Javiera define su acercamiento a la fotografía
El proceso tras “Ercilla Convergente”, según las palabras de la misma Javiera, lo trata del siguiente modo: “Ercilla es mi hábitat. Aquí están mis raíces y las personas a las que amo. Ha sido mi espacio de prueba donde observar qué es un lugar de convergencias: el encuentro entre el chileno y el mapuche, entre el campo y lo construido, el asfalto y el barro. Donde vivo es precisamente el borde, donde a poca distancia me siento en el pueblo o en el campo. Estimula los sentidos y además le otorga flexibilidad al habitar… La pequeñez del pueblo rodeada de vastedad. Recorrer el asfalto, el ripio y el pasto. Un recorrido que puede partir por la plaza y terminar en la línea del tren, en el balneario, en el campo, lugares hito y de reconocimiento colectivo como espacios de escape a la rutina, lugares que te sorprenden en cada estación, cambian en otoño, en invierno, verano y primavera, se ofrece a ti en diferentes colores, texturas y luces, una dualidad delicada, entre lo construido y lo natural”.
La mirada de habitante del territorio nos entrega la dualidad visual de Ercilla —que van desde lo cotidiano, a las grandes movilizaciones de las comunidades mapuches— nos entrega un espectro de la comuna que nos permite contemplar lo que significa habitar en la zona, más allá de lo que establecen los medios de comunicación nacionales.
Sobre el territorio, nos entrega su perspectiva. “Por ser este mi sitio es que es imposible ser indiferente ante la lucha mapuche. Su gente, su armonía con la naturaleza y su riqueza cultural. También, ante la propia lucha del pueblo ercillano por salir adelante, que es un pueblo pequeño donde sus cambios estructurales son muy lentos. En general me hace sentir constantemente nostalgia. Las casas viejas, las personas mayores, las tradiciones aún vivas… Son cosas que no encuentras en la ciudad ni en ninguna otra parte. Aquí te sientes parte de la tierra. Las juntas de amigos son viendo el atardecer bajo la sombra, y son todas esas cosas las que me inspiran a fotografiar a Ercilla y a su gente. Toda pieza es parte del rompecabezas que es Ercilla”.
Les compartimos “Ercilla Convergente” la exhibición digital fotográfica de Javiera Barrera.
Juan Francisco González