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Residencia: LAHUALCHE: escrituras corporales en territorio ancestral Río Negro - Caleta Cóndor, Los Lagos - 2018 Residente: Paula Baeza Pailamilla
Publicado: 21 de octubre de 2018
La bienvenida de la mar

Finalmente esta semana la mar nos permitió “entrar”, como dicen los/as habitantes de Caleta Cóndor. Nos damos cuenta de que todo lo que nos contaron respecto de las condiciones, la forma de llegar, etc. es tal cual y, como me daría cuenta posteriormente, mucho más radical.
Un viaje de ida tranquilo, con personas felices de que por fin podían llegar a sus respectivas caletas. Primero pasamos por Huellelhue, caleta un poco más grande que Cóndor, con unos kilómetros de playa de una belleza que solamente se puede percibir al verlo. Estamos en medio del mar, Huellelhue se ve a la distancia y llega una pequeña lancha a buscar a quienes viven allí (sí, el transbordo se hace en plena alta mar). Primero se bajan las personas, luego los bolsos y paquetes con abarrotes, víveres, materiales de construcción y un sinfín de encargos.
Llegamos a Cóndor en donde después de dejar a varios/as vecinos/as en sus casas a través del río atracamos en la playa, último destino en donde nos bajamos junto a Don David, conductor de la lancha subvencionada y además quien nos daría hospedaje en su casa. Un primer trayecto de 3 horas que nos dejó impactadxs con su inigualable paisaje, la alegría de la gente por emprender ese viaje y la colaboración entre ellos/as al momento de descender, lo cual era realmente una acción de riesgo. El comentario general era “la mar está buena hoy día”, y así lo sentimos.
Otra historia muy diferente vivimos hoy en nuestro regreso a Bahía Mansa. Partimos contentos y a medio día, tomando una embarcación menor hacia la lancha subvencionada que se deja en alta mar. Desde que llegamos escuchábamos los relatos y las dificultades de atravesar “la barra” (lugar donde converge la desembocadura del río y se une con el mar). Nos decían: si la mar está mala, pasar hacia el mar es difícil y peligroso. Emprendíamos la navegación por el tranquilo río hasta que al final del mismo podíamos ver las olas muy altas, muy blancas: la mar se había puesto mala. Fuimos directo hacia allí con el hermano de Don David conduciendo, Cristian, absolutamente decidido. Llegamos a la barra y nos avisan que debemos afirmarnos y soltar cualquier cosa que tengamos en las manos, así que dejamos las cámaras de lado. La lancha sube rápidamente por sobre una ola y tenemos en 1 segundo la sensación de caer al vacío. Bajamos dando un golpe fuertísimo sobre el agua. Lo mismo se repite muchas veces. Las caídas y subidas nos hacían a veces ver solo el cielo y otras solamente el agua como una pared azul profunda frente a nosotros/as. Definitivamente la primera vez que experimento algo así. Luego de unos 15 minutos de esto, llegamos a la lancha principal, hacemos el transbordo y emprendemos el viaje. En ese momento comencé a sentir náuseas y un estado corporal muy extraño. No me preocupé demasiado y me senté. Minutos después, y para no dar demasiados detalles (sí, tuve todos los síntomas del mareo en su máxima expresión), me encontraba sentada en la cubierta de la lancha, respirando e intentando recuperarme durante todo el viaje de 3 horas. El mar seguía entregándonos olas enormes que hacían que la lancha estuviese constantemente balanceándose de un lado a otro.
A pesar de que ya han pasado varias horas de bajar de la lancha, sigo sintiendo esa sensación en mi cuerpo, aunque ha bajado mucho. Sin embargo, creo que es una experiencia maravillosa, ver a la mar así, hermosa, dándonos a entender que ella decide, que ella determina cómo serán las cosas, es algo que repetiría mil veces. Estuve feliz, aunque sintiéndome mal, pero con una alegría liberadora, realmente una purga en este viaje extremo. Ha valido la pena, las personas me ayudaron, me acompañaron en mi malestar. Sonrieron e hicieron (obviamente), muchos chistes al respecto. Nos despedimos con muchísimo afecto y muy agradecidxs por su afectividad. Estas condiciones hacen que todo sea extremo, los afectos, los amores, las intensidades de las relaciones entre las personas, etc. Estoy ansiosa de poder regresar con una experiencia más de navegación en mi cuerpo, que espero empiece a acostumbrarse a este increíble territorio marino.

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