La despedida del Indio Lá y los biorritmos de una localidad
Las semanas previas a la despedida del Indio Lá fueron muy difíciles para nosotros, una ola de calor atacaba la ciudad y esto parecía afectar profundamente en el ánimo de la gente de Comba, los que de un momento a otro dejaron de responder llamados, no llegaban a las citas comprometidas y parecían haber perdido de un momento a otro el interés por el proyecto “Lá Comba”. Nosotros junto con cuestionarnos todo y pensando que tal vez habíamos hecho todo mal, teníamos mucho trabajo pendiente para organizar la “Despedida de Lá” (terminar el muñeco, hacer la difusión, diseñar la actividad, etc.) y nadie parecía dispuesto ni interesado en hacer nada.
Creo que el cuestionamiento interno con nuestro trabajo era más agotador que las cosas que teníamos que hacer, porque si bien nosotros podíamos hacerlas, ¿qué sentido tenía materializarlas si a nadie le importaba?, tal vez l@s combarbalin@s se habían molestado con nosotros por algo…
Así pasaban los días y nosotros seguíamos trabajando sin mucha motivación y sin entender la situación, pero llega el Lunes (a 2 días de la actividad) y empiezan los llamados y mensajes. Muchas ideas nuevas y diversas motivaciones (las que en su mayoría ya no podían concretarse por el poco tiempo). Y no había ningún problema con nosotros ni con el proyecto, sino que al parecer el biorritmo de los habitantes de Combarbalá es distinto a los nuestros y si hay 34 grados de calor, hay que tomar un tiempo para descansar y estar en sitios frescos, el trabajo puede esperar.
Extraña y casi mágicamente volvía la comunidad a exigirnos y esta vez ya muy contra el tiempo, así que tuvimos que tomar decisiones en conjunto y saber priorizar. Para la difusión hicimos de forma muy improvisada un “perifoneo” en nuestra combi por toda la ciudad con el Indio como pasajero convocando a su despedida. La comunidad educativa de la localidad aportó con la coordinación de los números artísticos y con la profe Soraya nos pusimos trabajar en los últimos detalles del muñeco.
Así llegó el 7 de Noviembre, el día para despedir al Indio Lá, y nosotros con la gran incertidumbre de lo que podía pasar por la forma improvisada en que se coordinó todo. Un llamado de última hora pone una cuota aún mayor de nerviosismo, Seba, el joven que siempre ha vestido al muñeco, acaba de ser padre (de forma imprevista) y no hay nadie disponible para manipular a Lá (un muñeco con un peso cercano a los 20 kgs). Bueno, “La función debe continuar”, así que ante la urgencia tuve que ser yo quién se metiera dentro del personaje, con el miedo de no saber si mi espalda iba a soportar el peso, el tiempo y la distancia que debíamos recorrer.
La organización espontanea de los habitantes de Combarbalá nos dejó muy sorprendidos, ya que parecía que todo había sido coordinado con mucho tiempo, existió una convocatoria gigante, los números de folclor muy bien ejecutados, Yerko (el encargado de Cultura de la Municipalidad) estuvo en el rol de animador de la actividad, el pasacalle contó con el corte de calles, una banda de tambores y escolta de carabineros.
Por otro lado, la motivación de la gente y en especial de los niños me hizo olvidar los malestares en mi espalda y me dio ánimos para seguir adelante, me sentía como en medio de una festividad “religiosa” donde yo era el encargado de portar al “santo”, donde todos se me acercaban para darle la mano o simplemente saludar con la mirada.
Las vecinas y vecinos de Comba quedaron felices y agradecieron mi esfuerzo para manipular al gigante Lá, y siento que con esto los vínculos se empiezan a estrechar y nosotros empezamos a entender que no podemos imponer nuestro ritmo de trabajo a un pueblo que funciona con sus propios ciclos y siempre ha funcionado con sus propios ritmos, así que estamos aprendiendo a ser pacientes, cuidarnos de ser comidos por las ansias (y las inseguridades), y aprender a confiar en los compromisos combarbalinos, pero también tratando de aportar en que conozcan otras formas de organización más eficientes y no trabajar siempre sobre la marcha.