En la segunda visita a don Víctor y la Sra. Rosa, nos hablan de que además de su artesanía y las múltiples cosas que hacen en la tierra, ellos consideran que al igual que el trabajo en la madera, mantener una huerta es también un tipo de arte. La Sra. Rosa nos lleva a conocer el invernadero. Además de tener hortalizas y otros vegetales comestibles, también hace crecer lawen o plantas medicinales. Es muy impactante para nosotres, cuerpos acostumbrados a la ciudad, darse cuenta que la mayoría de las cosas que consumen las obtienen de su propia tierra. Muchas lechugas, chalotas, papas, tomates, perejil, cilantro, orégano, ají, etc. Nos dicen que es importante darle atención, cuidado y afecto a la huerta porque sino todo se seca.
El invernadero además está construido con plásticos reciclados y los soportes de madera (la mayoría de los invernaderos se hacen con tubos de pvc) se extraen de los árboles muertos. Someten los palos a un tratamiento de vapor caliente para darle forma, además de haber inventado su propio sistema de regadío aprovechando el agua que cae del río. La capacidad de poder autoabastecerse es igual de admirable que la de autoproducir su propia tecnología orgánica con el ingenio de hacer con lo que se tiene alrededor, inventando herramientas o adaptándolas, etc. Nos damos cuenta que la creatividad es algo que va mas allá de la artesanía o un objeto creativo, sino que es una forma de vida que es relacional al entorno, no existen la una sin la otra.
Crearse una huerta, una casa, alcantarillado, un camino. Construirse a sí mismos con lo que se tiene a la mano y respetando los tiempos de la naturaleza, conociendo sus ciclos para la siembra y cosecha, en fin. La Sra. Rosa, aunque es muy reservada, habla a través de su huerta y de sus cultivos. Con ellos nos hace expandir la mirada a comprender los cruces creativos en todos los elementos que le rodean.