Nos avisan que va a llover. Vemos como las personas van con sus carretillas a buscar ramas secas que bota el río Toltén para encender sus cocinas a leña. La televisión solo se prende cuando comienza la lluvia, y apenas para de llover todos salen afuera a conversar aburridos de “la tele”. Es ahí cuando vemos a los pescadores instalando las trampas para atrapar el preciado “puye”, siempre con sus radios a pila escuchando rancheras, mientras tanto las señoras están haciendo la masa para hacer empanadas o pan amasado. Otros reparan sus redes de nylon, avecinando la llegada del salmón chinok, unos hacen botes y otros los pintan, a Don Aldo le encargan hacer espineles con sardinas para pescar la reineta en Queule. El dueño del restaurant lo está pintando por fuera con colores marinos, celeste y blanco, un amigo lo molesta diciendo que son los colores de “la cato”, a lo lejos se escucha el profe que se encarga de los niños haciendo alguna actividad al aire libre. En la Barra todos se conocen, y es muy común que las personas se junten en la caleta a conversar en las tardes, mientras el sol se esconde, por detrás de los pinos, al otro lado del río.