No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.
Llegó el día en que nos tuvimos que ir de La Barra, después de 6 meses viviendo en la caleta.
Cuando empezamos veíamos la fecha de término tan lejana, pero el tiempo pasa rápido y llegó. Son sentimientos encontrados, por un lado terminamos un poco cansados, ya que sobre todo el último tiempo fue mucho trabajo para terminar todos los proyectos que teníamos con la comunidad, pero por otro lado ya estábamos acostumbrados a la vida de la caleta y esto mismo hace que uno tampoco se quiera ir, son muchos los lazos que hemos generado en estos meses. Nos despedimos de casi todos, por lo que nos costó salir, también tuvimos que ir devolviendo diferentes cosas que nos habían prestado en todo este tiempo, como herramientas, faroles y otras cosas que teníamos que devolver, queríamos salir temprano pero entre tanta despedida se fue haciendo tarde. Don Coyo y Kike nos regalaron un par de salmones para que nos llevemos a nuestra casa, y le pasamos nuestras llaves a la señora que nos arrendó la casa. Finalmente tocó lo más difícil, despedirnos de Simón, un perrito que nos acompañó toda la residencia, para dónde íbamos él nos acompañaba, era tan regalón de nosotros que al final dormía adentro de la casa, era un perrito adorable, fue triste pero sabíamos que algún día iba a llegar el momento de separarnos, porque él tiene sus dueños acá en la caleta. Nos fuimos a despedir de Álvaro Figueroa, encargado de Cultura de la Municipalidad de Toltén, y nos contó que salimos en el diario Austral de Temuco, en una nota que él escribió sobre el cierre de nuestra residencia, nos gustó su iniciativa y nos puso contentos que se mostrara y hubiera difusión local de lo que habíamos hecho.
Quedamos en contacto con muchas personas de La Barra, y con la promesa de volver algún día de visita a la caleta, nosotros sabemos que sería muy grato regresar alguna vez y nos recibirían con mucho cariño.