El jueves 27 lo recordamos como un día intenso. Ese día, se pintaban 4 murales al mismo tiempo —lo que implicó producir y coordinar a seis artistas invitadxs responsables de los mismos—, mientras en paralelo se trazaba un quinto megamural en la avenida principal. El equipo se dividió durante la jornada para dar cara en todos los flancos, pues esa misma noche celebrábamos el gran estreno del corto documental grabado junto a las mujeres de Ancapi Ñancucheo, “Aukinko, el eco de todas nosotras”. Pero, por si fuera poco, quedaba desarrollar un Taller de Muralismo para niñas y niños. Un caos en medio de la gran producción de los hechos anteriores y posteriores, pensamos, pero bastarían un rato con lxs más peques para darnos cuenta que era justo y necesario. Un pequeño recreo entre todo lo que implica desarrollar un proyecto de esta envergadura, además de una invitación a volver a ser niñxs, que tanta falta nos hace a veces en los tiempos que corren.
Fue así como a las 6 en punto comenzamos a convocar a todos los niños y niñas que disfrutaban de la sombra de la Plaza de Armas a esa hora. Entusiasmadas, varias madres accedieron ante la solicitud de sus hijxs para acercarse a pintar uno de los pequeños muros del escenario de la plaza. Los elementos para pintar, los colores, y los dibujos que Maite y Celia trazaron para ser coloreados, captaron rápidamente su atención. Y es que a lxs niñxs no hace falta decirles cómo expresarse artísticamente. Probablemente, lo hacen mejor que nosotros: con total soltura, sin miedo, sin prejuicios ni grandes reglas. Solo por intuición.
Con un nuevo muro intervenido, cae la noche y parte Walung, nombre que escogió el Festival de Cine FICWALLMAPU para nombrar a su serie de itinerancias, donde han desarrollado visionados de diferentes películas en espacios públicos de la región, trasladando una gran pantalla de cine hacia diferentes comunas de La Araucanía. Bastó con que gran parte de nuestro equipo compartiera el oficio audiovisual con los realizadores del festival, para pensar y organizar en conjunto algo en Ercilla. Walung, que en mapudungún significa “tiempo se abundancia” y es también empleado para referirse al tiempo de cosecha, hace sentido con la buena fortuna que ha nutrido esta residencia en términos de estrechar lazos y hacer red.
La noche partió con la música de Antu Liwen, a quien invitamos a cantar tras doce años sin realizar presentaciones musicales en Ercilla. El público escuchó atentamente los temas que Antu trajo preparados, además de sus historias en el pueblo cuando más joven. Se oyeron aplausos y múltiples afafán —grito de aliento mapuche— cada vez que finalizaba una canción. Lo que fue propuesto como un teloneo para prender las energías ante una nueva jornada de cine bajo las estrellas, terminó por convertirse en un verdadero espectáculo de regreso a los escenarios para Antu Liwen, a quien se le vio contenta y entusiasmada con la jornada cultural.
Y allí estábamos todos, sentados y de pie, aguardando por ver a las mujeres tejedoras en la gran pantalla, quienes además presentaron su propio trabajo y ocuparon la primera fila del improvisado anfiteatro. Allí estaba la Lonko Rosa Namoncura, protagonista de la pieza, y muchas mujeres de Ercilla que esperaban verla tanto en el documental como en persona. Rosa estuvo muy enferma hace un tiempo atrás, pero hoy se encuentra llena de vida nuevamente y no tuvo reparos en pedirle a su familia que la llevara hasta la ciudad para verse personalmente.
Sobre la jornada, solo resta agradecer. A pesar del frío de la noche, los asistentes se mostraron firmes hasta el final de la película. Disfrutamos luego de “Amucha”, un breve trabajo que se presentó en la última versión del festival, y nos retiramos satisfechos y llenos de emociones de la plaza al concluir la función.
Suele suceder en los proyectos colaborativos que, aunque los procesos sean arduos, parece haber momentos en que todo resulta valer la pena. Esta noche se va, sin dudas, a ese registro de recuerdos.