Ni ellos ni yo sabemos lo que es un “Geoatlas”, pero juntas y juntos lo queremos descubrir. Si bien el concepto se gesta en un ejercicio de etnocartografía, el llamado fue simple: «dibujar y pintar tu territorio”. La actividad estuvo dirigida a las niñas y niños de Lago Verde siendo el primer encuentro abierto de cartografía y de auto demarcación colectiva.
La jornada de creación reflejo la abundante agua del sector, la presencia del lago es evidente, se dibujaron nadando y pescando. Durante el proceso, el diálogo participativo develó otras prácticas culturales como por ejemplo: “poner la parrilla”… para ellas y ellos ir al lago implica un espacio de encuentro, de juego, comida y disfrute.
Otro elemento simbólico a considerar fue la presencia de los caballos, animales, que ellas y ellos observan, montan y juegan. Una niña al fin pudo ser interpretada, según su tía de jardín llevaba varios días contando una historia en relación a su caballo, me acerque a ella con calma, le pedí que me explicara su dibujo, ella tenia una pena… su caballo había muerto. No tengo la certeza de la muerte de ese animal, pero de lo que si estoy segura, es de su ausencia. Le hable de mis yeguas, las cuales también extraño. Mi pena fue efímera en ese momento.
-Nos abrazamos, nos sentimos.
Me preocupé por crear un ambiente amigable, la matriz artística de la sala estuvo decorada con flores maules y aroma terapia de citronela. La alimentación estuvo dirigida a partir de las micro políticas de la soberanía alimentaria, es por ello que se les ofrendo jugo de fruta cocida: calafate y frambuesa, productos de la zona que están en plena cosecha. La alimentación juega un rol importante ya que entrega pertinencia territorial, lo que conduce orgánicamente la conversación. Un niño con su voz despierta grito: “Chicha”…
Quedamos en hacer recorridos y encuentros culinarios.