Una de las decisiones que tomamos al llegar a Ercilla fue habitar un espacio que fuera central y de alguna manera, pudiera ser abierto para toda la comunidad. Así nace la idea de un Museo a Cielo Abierto, un proyecto que literalmente es libre de barreras de cualquier tipo y que permite un espacio libre para quienes quieran pasar a conversar, tomar un café o un mate, o simplemente a saciar su curiosidad sobre lo que se realiza.
Desde que nos instalamos, la curiosidad natural de las personas que transitan por la vereda, ha sido un fundamental aporte para establecer nuevos vínculos con la gente local. Esperamos que, de a poco, nuestra casa-residencia sea un lugar reconocido para la comunidad.
Desde aquí estamos iniciando la primera etapa —la de imaginar un Museo a Cielo Abierto—, que muchas veces resulta confuso de explicar y entender, incluso para nosotros mismos. Es por esto que acudimos a la conversación, de modo de solucionar a través de la escucha y el intercambio con las y los vecinos, trazar desde lo imaginativo este proyecto que definirá la residencia.
Para garantizar que la propuesta hiciera sentido en la comunidad, decidimos consultar con algunos locales. Fue así como surgieron algunas ideas claves. Para Víctor, «lo más importante de un Museo a Cielo Abierto es que está abierto las 24 horas del día. No es para algunas personas no más, es para todos, el pobre y el rico. Además, cuando uno va para un museo cerrado siente como que lo andan vigilando, se siente presionado, no tiene la libertad para poder ver».
Otro testimonio, esta vez de Viviana (28 años), nos contribuye a propósito de los lineamientos que debería tener el museo. «Pienso que sería bueno que esté abierto para la parte mapuche y no mapuche, que no vea diferencias», dice Viviana. En relación al contenido, sugiere que “tendría que tener cosas que llamen la atención de la gente, personajes importantes de la historia, tradiciones mapuches, y que los niñ@s puedan utilizar su imaginación para entender lo que ven».
«Aquí no se ha hecho casi ninguna cosa, entonces es lindo que si hay uno… Un museo a cielo abierto es como para todas las personas y deberían haber cosas mapuches, como de la zona”, dice Danae (11 años), quien para explicarnos mejor, decidió hacernos un dibujo. De paso, aprovechamos su entusiasmo y la invitamos a participar de la fabricación de un letrero que nos identifique como espacio artístico en construcción. Se puede decir que, desde este momento, es imposible pasar desapercibidos.
Juan Francisco González