Al final de la calle Guacolda vive Oliver Segal. Nuestro compañero Juan Francisco ya había ido a su encuentro en agosto pasado, durante su visita preliminar al territorio. Por mi parte, en menos de 24 horas de vuelta en la comuna ya había escuchado unas cinco veces su nombre. De que es un referente cultural de Ercilla, que ha participado activamente de las actividades locales a través de la música. Que tenemos que conocerlo e invitarlo personalmente a la mateada del sábado 1 de febrero.
Al fondo por la misma vía, un incendio forestal en las cercanías amenaza con cenizas y humo en la atmósfera que respiramos. En el camino y por los ante jardines, se escapan las matas de menta y los maquis. Llamamos por su nombre y desde un interior en sombra fresca aparece Oliver, que no saluda desde la ventana algo confundido por la visita de tres desconocidos.
Pero bastan minutos para entrar en confianza. Cuando sabe en qué andamos, comienza a recordar su currículo cultural por estas latitudes. Al llegar a Ercilla desde Santiago, su ciudad natal, el entorno natural y su admiración por la escritura en décimas lo arrojó a la poesía. Por su parte, las antiguas fachadas de la comuna —que muy bien vaticinó, desaparecerían— fueron pintadas por su puño inexperto en esta técnica. “Iba todos los días a las 11.30 de la mañana, porque me gustaba la luz que había a esa hora, las sombras”, dice, de modo que logró retratar la vieja casa de la familia Morales en cosa de semanas. Sostiene el cuadro al tiempo que nos relata algunas anécdotas de sus 16 años en los micrófonos de la comunitaria “Radio Ercilla”, donde hizo sonar las sambas argentinas de Los Chalchaleros, que junto a Néstor Tito Araneda entonaban en cada reunión social.
Nuestra idea de Museo a Cielo Abierto le recuerda un viejo mural que solía embellecer la cara oeste del Liceo Alonso de Ercilla. “Participó mucha gente, después no sé por qué lo pintaron encima”, recuerda. Nos quedamos unos segundos en silencio, buscando respuestas.
Hoy, la salud lo detiene de dedicarse a la música como en antaño. Sin embargo, se compromete a ponerse de acuerdo con su amigo Tito para acompañarnos en la actividad del sábado. La banda se reúne nuevamente y nos toca volver de inmediato a nuestras labores de logística para el gran evento. Hay un escenario que preparar.
Pilar Higuera Valencia