Esta fue una última jornada en que nos encontramos con todas las personas con las que compartimos el proceso de “Lá Comba” (al menos hasta que volvamos durante febrero a reencontrarnos) y quisimos hacer una “actividad” en el Nemesio Antúnez, espacio muy resistido para la mayoría de los colaboradores, y que nos alegró que por primera vez la totalidad confirmó su participación y dejó de lado los problemas del pasado que tenían con el Centro Cultural.
Plantamos en conjunto un árbol de Hibisco (el cual en algunas culturas se asocia a la Diosa Isis, símbolo de amor y fertilidad) y realizamos una pequeña Pawa o “pago a la tierra”, esperando que cuando volvamos en febrero podamos ver algunos de estos frutos.
Ya dentro del Nemesio contamos con la participación de la Caro, una chef local que hace investigación y rescate de comida local, quien nos hizo una pequeña muestra de gastronomía tradicional local para darnos el pie de compartir y reflexionar en relación al territorio y el proceso vivido con la residencia.
El sentimiento que embargó a tod@s (incluidos nosotros) fue el de agradecimiento, y la sensación de que las 12 semanas pasaron muy rápido, quedando todos y todas con ganas de seguir compartiendo unas semanas más. Pero bueno, les comentamos que este no era el final, que volvemos en febrero y que vamos a tratar de estar al menos una semana si es posible (en la planificación original volvíamos sólo por 1 o 2 días). Nos dimos cuenta que la relación que partió siendo de trabajo terminó siendo de amistad, casa para llegar en febrero no nos faltaba, ya todos nos ofrecían hospedarnos con toda la hospitalidad característica de las y los habitantes de Comba.
Así, con la güatita y el corazón lleno, empezamos a trabajar en nuestra salida del territorio y re-pensar una estrategia para nuestro regreso en febrero.