Camino a Bahía Mansa tomamos un bus interurbano en el terminal de Rahue, que comparte espacio con el mercado local. Los colores de verduras frescas con mariscos ahumados predominaban en la caminata. Antes de subir al bus varios carritos de muday pueblan el pasillo frente a las micros. El muday es una bebida mapuche que se hace con trigo triturado y dejado fermentar. Es de aspecto lechoso como una chicha dulce, tienen mucho éxito entre la che que compra provisiones, un refresco antes de partir para la ruca.
El transporte hacia la costa toma una ruta serpenteante entre resquicios de bosque nativo y campos poblados de pinos y eucaliptos, lugares donde todo se había cortado, triturado y despachado.
El chofer saludaba y conversaba con los y las pasajeras, el señor se detenía y dejaba sacos en los portones de madera cubiertos de líquenes, en casas de tejas viejas, medias blanquecinas, medias húmedas. Así avanzábamos, tocando la bocina de la maquina avisando que venía y a su paso las aves nos acompañan. El lonko Neipan de pie y de madera saluda a su gente en la ruta u-400, esculpido por el artista mapuche Ildefonso Quilempan muerto hace un par de años en un accidente de tránsito en una ruta parecida a esta.
Paramos en un cruce, subió una señora de edad con problemas para desplazarse, el wenuy chofer calmadamente esperó que subiera y se sentara. Seguimos avanzando. Más allá se sube una mujer con una guagua y varias bolsas, con el vehículo blanco detenido en medio de un bosque con diversos tipos de verdes, besa a la mujer y al pequeño. Ellos se sientan detrás de quien dirige el viaje. La señora a la que le costó subirse grita que se baja en la casa amarilla, nos detenemos y lentamente la señora desciende con el dolor que le es caminar. Se despiden y así seguimos la ruta en un trasporte afectivo, que se toma su tiempo y a la vez colabora con sus vecines. El señor utiliza un cinturón con iconografía mapuche, se le asoma de blue-jeans. Ya casi llegamos a Bahía Mansa, a la lafkenmapu.