Durante nuestros encuentros con la agrupación Akukurra, nos enteramos que el consejo municipal había decidido entregar un terreno en comodato a una iglesia evangélica a un costado del anfiteatro, lugar donde la organización se reúne y ha estado trabajando para habilitarlo. Este comodato es inéditamente por 25 años e irrumpe en pleno bosque nativo, a un costado de la Aldea Intercultural Trawünpeyum, el anfiteatro y los senderos de Conaf, donde algunas comunidades hacen ceremonias de llelipún y eventos culturales como el evento nacional Newen Hip Hop y diversos encuentros comunitarios. Esta noticia concentró nuestras energías para apoyar a la agrupación cultural en la defensa del espacio que habitan y discutir las significancias de la instalación de una iglesia evangélica en ese lugar. Aquí nos enfrentamos a una realidad compleja, ya que apareció frente a nuestros ojos un choque de cosmovisiones y prácticas culturales entre el catolicismo, el progreso institucional del estado chileno, los intereses electorales de los partidos políticos, la devoción evangélica y la cultura mapuche.
Nos dividimos en diferentes grupos, uno que redactó una carta al concejo municipal con los argumentos correspondientes, y otro que realizó un video viral donde se explicó el conflicto. Nos reunimos a primera hora en la municipalidad para entregar la carta que emplazaba al concejo municipal a retractarse de su decisión, y aprovechamos de grabar el video donde las principales voces visibilizaban el problema. A los días siguientes nos reunimos diversas organizaciones que se sumaron a la declaración de Akukurra para ir en masa al concejo municipal a enfrentar esta coyuntura. Fue muy impactante escuchar de boca de algunos concejales defender la instalación de la iglesia por motivos religiosos, invocar la voluntad de dios o argumentar diciendo que los jóvenes vienen a este lugar porque son alcohólicos y drogadictos, que no respetan a carabineros o las autoridades institucionales. Fue muy desagradable presenciar que las autoridades municipales no conocen la realidad de la juventud de su localidad y que solo se limitan al prejuicio, a juzgar desde una moralidad abstracta sin conocimiento de causa, que no conocen el trabajo que se hace en ese lugar y por ende no tienen las competencias para tener una opinión informada.
El pastor de la iglesia en cuestión pidió la palabra para ceder bajo los argumentos de la carta de akukurra y finalmente el consejo municipal le dio la razón a las organizaciones artísticas y mapuche. Los concejales acogieron la petición y se retractaron unánimemente.