Familiar, muy familiar la acogida en Huichaco. Literalmente.
Hacia fines del siglo XIX (1889, según Marcelo Sánchez, presidente de la Junta de Vecinos de la localidad), arribó a estas tierras un hombre apellidado Sánchez, el cual compró 2000 hectáreas en lo que, por entonces, aún no se llamaba Huichaco. Era el primer Sánchez de tantos otros que, hasta nuestros días, continúan habitando los campos que hoy nos reciben.
Ya desde la Fiesta de la Chilenidad (realizada el 12 de septiembre en la Escuela Santa Higidia, espacio donde tenemos nuestro centro de operaciones) comprendimos que alegría, tradiciones campesinas y huasas, comida y carácter hospitalario no escasean en el familiar Huichaco. Es que en una localidad donde todos se encuentran emparentados, todos se conocen, y no tanto por pueblo chico, sino por familia grande. Se conocen, se ayudan, se apoyan y celebran; pero, como en toda familia, también se protegen y resguardan aún en lo negativo.
No vamos a decir que lo negativo es preponderante, pero el machismo propio del patriarcal campo permanece en ésta y muchas otras localidades especialmente sureñas. Asimismo ocurre con el prominente consumo de alcohol por parte de, en su mayoría, hombres; y, también, la violencia naturalizada contra la mujer (obviamente no contra todas, pero sí existe).
No obstante lo anterior, vamos por potenciar lo positivo. Nuestra labor es levantar un espacio de trabajo abierto a la comunidad en el cual todos tengan acceso a conocimientos, colaboración, unión y ciertas herramientas (impresora, escáner, papelería, mobiliario para habilitar una biblioteca, entre otros) que dejaremos en este Laboratorio Campo Sur. Afortunadamente nos han recibido con gran amabilidad y tenemos contacto y apoyo directo de los agentes más motivados de Huichaco y que, por consiguiente, son los generadores de cambio y progreso. El profe Hugo trabaja activamente en conseguir apoyo de externos y adora a sus niños, recientemente un grupo de mujeres fundaron una Agrupación cultural con miras a potenciar ciertos saberes como el arte textil, la cultura y festividades para así desarrollarse y estar más preparadas, por ejemplo, para trabajar en turismo. Por otro lado está Don Marcelo, presidente de la Junta de Vecinos; también las funcionarias de la Escuela y otros agentes externos que hemos conocido y que vienen de vez en cuando, como el alcalde de Máfil, la directora de la Casa de la Cultura de Máfil, el chofer de la Biblioteca móvil; y otras personas que vienen a hacer talleres a la Escuela, como por ejemplo el de música y el de invernadero, gallinero y deshidratación de alimentos.
Aun cuando recién estamos conociendo a la comunidad de Huichaco, ya sabemos del apoyo y participación de todos los mencionados anteriormente. Al menos así quedó de manifiesto en la primera reunión realizada en la sala de la Escuela (nuestro centro de operaciones y futuro Laboratorio Campo Sur de Huichaco). A las 15 horas convocamos a la comunidad a asistir a una reunión en la que se explicaría la Residencia a desarrollar, sus objetivos y metodologías.
Rico cóctel y buena compañía. Asistieron alrededor de veinte personas entre adultos y algunos niños. Preciso el cumplimiento de una reunión explicativa pues fue muy grato y necesario explicar las acciones a desarrollar en conjunto (mural, editorial, trabajo con madera, textil y escultura) ya que la mayoría se sorprendió con la cantidad de actividades y sus contenidos, además de lo favorable de que el Laboratorio quede para ellos mismos en la posteridad. Varios se inscribieron ipso facto.
Para nosotros, y para mí particularmente (que me desempeñaré en la labor investigación etnográfica y editorial), resultó positivo el hecho de que entre preguntas, respuestas y chistes, pudimos vislumbrar cuáles son los tópicos que a la comunidad le interesa resaltar, rescatar y potenciar. Así, por ejemplo, urge un ejercicio de memoria que recopile la historia de Huichaco y finalice con un fanzine. Así, los niños de hoy podrán enterarse de lo sucedido en los anales de este lugar, dentro de los cuales se encuentra el primer Sánchez que compró las dos mil hectáreas, el auge en la extracción de oro que se vivió en la década del treinta, las lagunas que se secaron y mucho más. También existen una serie de leyendas locales como “El cuero de agua”, “El culebrón”, “Los duendes” y tantos otros que forman parte de la tradición oral de su gente. Por otro lado, existe la necesidad de rescatar las prácticas y saberes propios del campo y específicos de Huichaco antes de que la tecnología, hiperconectividad y urbe se lleven todo aquello junto a sus niños y jóvenes.
Acaba la reunión y se produce una gran y hermosa jarana femenina (la mayor parte de los participantes son mujeres) en la que brilla el buen humor, las tallas infinitas y las ganas de quedarse compartiendo. De hecho, nos quedamos buen rato riendo de lo lindo, comiendo a destajo y haciendo amistad.
Escrito por Pía Bonnet, artista literata invitada.