Nos encontramos cerrando un ciclo. El tiempo viviendo y compartiendo en esta tierra llega a un fin. Nos despedimos llenos. Bien nutridos de paisajes y nuevas amistades. Nos retiramos sintiendo como un deber el defender este entorno natural, y así mismo de cuidar los vínculos formados en esta residencia. Nos vamos esperando que aquí el trabajo cooperativo y crítico continúe desarrollándose. Luego de casi tres meses de primavera y un mes enterito del verano aquí en Curarrehue, hemos percibido tanto en la capa verde y social, cómo éstas se transforman. Conocimos la tranquilidad del pueblo, que si bien se agradece a veces puede inquietar. Comprendimos el ritmo local, el que a veces para el pulso apresurado al que estamos habituados por vivir en una gran ciudad, lo sentíamos muy lento para nuestro gusto. Sin embargo, era el adecuado, el propio. Así que no nos quedó otra que permearnos con él. Bastante permeable tuvimos que ser, viviendo en una región de por sí muy lluviosa. Aquí el que no se moja no sabe lo que pasa allá afuera.
Agradecidas y agradecidos. Gracias a todas y todos quienes nos acogieron en este pedacito del Wallmapu.