El día jueves de la semana pasada llegamos a la sobremesa que realizan las mujeres tejedoras de casa piedra. El silencio cortaba el ambiente, la preocupación y las ganas de hacer algo se hacían notar en las conversaciones. Habían asesinado a un comunero mapuche en Ercilla. El temor, la inseguridad, la falta de apoyo contrastaban con las ganas de manifestarse de alguna forma. Conversamos el tema, les brindamos nuestro apoyo. Al día siguiente nos solicitan ayuda con la elaboración de un afiche que invitaba a los habitantes mapuche y no mapuche a convocarse en la plaza de San José de la Mariquina para repudiar el asesinato y pedir la salida del grupo táctico de Carabineros de Chile, comando Jungla, de la Araucanía. Tras enviar el afiche nos invitan a su casa, donde profundizamos los temas de la manifestación.
La convocatoria del día miércoles fue alta, indígenas, no indígenas, alrededor de 100 personas apoyando la causa, cifra inusual según los organizadores. Desde un comienzo la policía hostigó la concentración, solicitando identificaciones, estableciendo puntos fijos en las esquinas, paseando sus distintos vehículos por la plaza.
Había un profundo interés por difundir la versión del menor que acompañaba a Camilo. Decían: Ya no lo creemos a la televisión. En esa línea, ayudamos a confeccionar y distribuir folletos que contribuyeran con la sensibilización del caso.
Entre discursos y cantos se realizó una ceremonia en la plaza, acto que desde el respeto llamaba a la defensa y a la denuncia de los abusos que como nación estamos pasando, por la desproporcionada violencia por parte de Carabineros de Chile.
Un triste acontecimiento a nivel nacional, es también un hecho que activa, posibilitando el fortalecimiento de grupos y vínculos entre humanos que luchan por causas comunes.