Domingo. Primer Cabildo Alimenticio. Nos levantamos temprano Carlo, Daniel y yo bastante cansados y a la vez nerviosos por como iba a suceder el primer gran evento de la residencia. Carlo se fue temprano a buscar los corderos, que los había dejado listos el día anterior. También pasó por las lechugas y tomates donde un productor local llamado Ramón Garcés. Nosotros con Daniel nos fuimos a la parroquia para ver que todo comenzara a funcionar. Para llamar la atención y generar ambiente pusimos música campesina a través del parlante que compramos. De un momento a otro, llegaron los hombres junto con los corderos. Era un grupo como de 5, liderado por Héctor Gómez, quien según nos habían contado era un experto asador (cosa que corroboramos mas tarde). Otro de los que nos ayudó con el carneo la noche anterior y que iba a ser protagonista del asado parece que se anduvo medio penquiando así que llego más o menos en la mañana, pero su hijo lo relevó, muy buena onda el gesto. Se empezó a gestar entonces el cordero detrás de la iglesia. Primer error: las lanzas para ensartar los corderos y las parrillas para asar las colocamos detrás de una casa contigua a la iglesia, por lo que no se podían ver a simple vista por los transeúntes de la calle. En realidad, fueron las mismas personas que se encargaron del asado quienes dispusieron de este lugar, ya que antes ya se habían hecho asados ahí y estaba todo mas o menos listo. Nosotros no pensamos mucho y dejamos que cada uno se hiciera cargo de lo suyo, pero claramente al no estar el asado a la vista, no convocó personas que no sabían del evento y que se podrían haber enterado por la vista o por el olor. La comida al aire libre debe verse, la idea no era emular lo que pasa en los restaurantes. Además, se generó un espacio un tanto hermético de parte de los hombres que se pusieron a hacer el asado y a tomar, es quizás obvio, nadie quiere que lo molesten mientras está cocinando, pero justamente el objetivo de esta actividad era visibilizar los procesos, recibir críticas y aportes y así… de todas maneras, no podemos decir que no estaba entretenido atrás, salieron muchas historias, cuentos y también opiniones sobre la preparación. En la zona se come mucho cordero por lo que los cocineros sabían perfectamente cómo prepararlos. Hicieron 3 mitades de corderos en 3 espadas a las brasas y las otras mitades a la parrilla. De un cordero se sacan alrededor de 35 porciones. Esperábamos unas 100 personas. Mientras el cordero se cocinaba, las mujeres por otro lado comenzaron a trabajar la ensalada chilena, a lavar las lechugas, cocer las papas y ordenar un poco el lugar. Poco a poco fue llegando gente. Esto fue bonito por que sí se realizó en la galería que da al patio y se podía ver desde la calle, sumado a la música y al arreglado que comenzamos a servir, se generó un bonito ambiente. Pusimos toldos para el calor (que fue intenso), colgamos los carteles que pintamos de MUCAM y una gran pizarra para la actividad a desarrollar después del almuerzo. Se armaron las mesas y la gente comenzó a llegar. Los corderos se cocinaron como en 2 horas y media y todo fue organizado para que fueran saliendo de a poco. Héctor Pierola hizo de anfitrión y comenzó a convocar a la gente. Antes de que llegara el asado, Lucy Saavedra la “Violeta del Mataquito” comenzó a cantar tonadas campesinas desde una mesa, luego fue el turno de Johny Soto, otro cantor de Hualañé. Servimos las ensaladas, empezó a llegar la carne y se armó la comida. Fueron alrededor de unas 70 personas, esperábamos un poco más pero igual fue harta gente para ser la primera vez. Estuvo todo muy rico y se generó un ambiente agradable, a pesar del calor. Se cantó, se comió e incluso se bailaron unas rancheras. Uno de los protagonistas del asado fue el “Penquita” personaje de la Huerta, conocido por todos, que tiene un comportamiento “efusivo” pero que hizo que la comida tuviera más condimento. También participó activamente Gabriel del Servicio País sacando fotos y ayudando a organizar el evento. Daniel registró el evento. Entre todos servimos y recogimos las cosas. Las personas cercanas a la parroquia también se portaron muy bien, facilitándonos ayuda y materiales para lo que nos faltó, sobre todo platos. Habíamos pedido que la gente llevara su plato, pero no todos lo hicieron.
Luego de la comida, hicimos correr un papeles y lápices entre los asistentes para que contestaran las siguientes preguntas:
Luego de eso, recogimos los papeles y comenzamos a anotar algunas respuestas en la pizarra. Entre Pierola, Carlo y yo, fuimos poniendo las respuestas en común. Fue un ejercicio interesante, se repitieron varias respuestas y nosotros intentamos mediar, complejizando un poco más lo dicho e interpelando a que los asistentes hablaran en público y desarrollaran las ideas. Quedaron como testimonio las fotos de la pizarra y los cuestionarios. El evento finalizó como a las 5, ya todos estaban un poco cansados, además que hizo mucho calor. Si bien, no llegó toda la gente que esperábamos, creemos que la comida funcionó bien y que las dinámicas que propusimos lograron hacer reflexionar sobre lo que queríamos, que es, si existe en Huerta o no una comunidad, y qué tipo de comunidad es la que se podría pensar para el futuro.
Por Danilo Petrovich.