Sábado. Nos levantamos temprano para preparar el día del Cordero Palabriao que será al día siguiente. Mientras Pastor y Daniel salen hacia el lugar donde será el encuentro, yo tengo que dedicarme a hacer las compras para el acompañamiento, las ensaladas, el pebre y los bebestibles que hermosearán el cordero. Un poco pasado del mediodía me junto con don Pierola en Hualañé ya que queríamos ir a invitar a un viejito de la retirada zona de Espinalillo, a quien habíamos conocido antes y que además hacía un buen vino país. Espinalillo queda bastante retirado, camino hacia el norte, Litueche. Llegamos pero no encontramos al hombre. Su sobrino está trabajando. Le preguntamos por el vino, pero el nos dice que no se puede meter con las cosas de su tío, pero que el también hace. Nos da de probar, pero ni yo ni Pierola quedamos muy convencidos. El vino país es un vino que como se dice acá en Chile “se deja tomar” y mucho. No es cansador. Pero este, si bien no estaba malo, su sabor distaba mucho de un buen país y también de los vinos (bidones y cajas) que acostumbra tomar la gente en general y que son muy dulces, por lo que consideramos que llevarlo para acompañar el cordero podría haber generado comentarios, como que llevamos vino avinagrado y cosas por el estilo. Nos fuimos a buscar al viejito a una casa como a 30 kilómetros donde nos dijeron que lo habían invitado a un almuerzo. Llegamos allí, muchos autos en la entrada. Le digo a Pierola que lo vaya a ver, porque es él quien lo conoce bien, pero Pierola, al ver de lejos que estaban almorzando, no quiere interrumpir y me dice que nos vayamos.. yo le reclamo un poco, ya que hemos recorrido como 70 kilómetros en total para dar con el hombre, pero respeto su decisión, mas sabe el diablo… Nos vamos sin vino a Hualañé. Allí buscando donde comprar verduras doy con una camioneta que anda vendiendo papas en la población. Le compro un saco a buen precio. También le compro como 5 atados de cebolla grande. Luego en la verdulería, adquiero el cilantro y frutillas para arreglar los malos vinos de bidón. Por acá cerca, hacia la zona de Marchigue y Navidad se dan muchas y muy bonitas frutillas. Me devuelvo a la casa que aún está vacía. Por mientras, me pongo a pintar un cartel que había comenzado la noche anterior con una inscripción de MUCAM. Pintar, hacer trabajos manuales, hacer bordes, filetes, trabajos que requieren concentración y motricidad fina relaja. No estoy muy acostumbrado, pero cuando lo hago me gusta. Luego de un rato y al ver que aun no llegan los demás, me pongo a pelar las papas. Calculamos al menos doscientas papas paras las cien personas que teníamos calculadas que llegarían (teniendo una expectativa bastante alta). Como a la papa numero 100 que llevaba pelada llegaron Pastor y Guay y se unieron al pelambre. Pelar me recordó una vez que participé también del día anterior de una fiesta de Bailes Chinos en Cai Cai, hablando y hablando. Pelamos las papas, cortamos las frutillas en pedacitos y las dejamos con azúcar, pelamos cebollas, los ajos y luego nos fuimos al living a continuar con las pinturas de los carteles. Nos dormimos como a las 3 de la mañana.
por Danilo Petrovich.