Lunes. Después de varios intentos por congregar adultos mayores a la escuela conseguimos que la señora Francisca Alcaíno nos visitara, la idea es imaginar el pasado de La Huerta junto a nuestros inspirados pintores. Punto a parte, algo de intuición con algo de lógica. Eran las 13 hrs. cuando el sol pegaba fuertísimo, tomé la carretera también llamada avenida Chiripilco para llegar a la escuela, no mas avancé unos cientos de metros cuando vi a una señora con sombrero de paja caminando al alero de unos eucaliptos en dirección al pueblo. Siempre que puedo llevo a gente donde sea y esta vez no fue la excepción, eso sí, empujado además por la intuición de que ella era la señora que me nombraron en el Club de adultos mayores, alguien desconocida hasta ese momento. Me detuve a su lado y ofrecí llevarla, le pregunté y comentó: voy a la escuela a no se que cosa, que tengo que ir a contarle no se qué a los niños, como era La Huerta algo así…. Me presenté y le expliqué de que iba el asunto. Llegamos, los niños esperaban, el soporte ya estaba listo, puse la cámara, una silla en frente y le pedí a los niños que escucharan lo que la señora Francisca tenía para contarnos. Ellos preguntaban, la señora Francisca respondía sin dejar de mirar lo que los pintores imaginaban sobre la superficie. Estuvimos en eso durante una hora, luego fui a dejar a la señora Francisca a su casa muy agradecido por su colaboración, entre tanto los pintores seguían pintando. Cuando regresé eran menos, pero con la misma intensidad. La sesión duró más de dos horas, fue laboriosa y muy prometedora, desde ya se perfila algo muy distinto a La Huerta del presente y eso nos mantiene motivados.
Por Carlo Mora.