LABORATORIO CAMPO SUR es un espacio cultural ABIERTO A TODA LA COMUNIDAD, ubicado en la Escuela Santa Higidia de Huichaco, cuya fundación se gestó en el marco de las Residencias de arte colaborativo del Consejo Nacional de La Cultura y las Artes y su programa Red Cultura.
Sus primeras activaciones fueron: los laboratorios de madera, mural, textil, escultura y fanzines; dentro de los cuales se trabajaron temáticas como: la historia de Huichaco, los saberes campesinos y la mitología de Huichaco. Lo anterior se desarrolló con el objetivo de que en el laboratorio se potencie tanto la investigación y preservación de los saberes del campo, como la creación artística.
Con esta premisa inauguramos el espacio físico/laboratorio. Decidimos no dar el cierre sino que dar el ritual de inicio, como una nueva estrategia de sostenibilidad en el tiempo.
En la escuela ya se hacían visibles los resultados de las 5 experiencias de activación del laboratorio: la repisa de madera, el mural, las esculturas, los fanzines y la fanzinoteca, y finalmente, cosiendo hasta último minuto: las esculturas textiles. Y también ya se soñaban otras experiencias ya disociadas del equipo residencia, asociadas a la Agrupación Cultural y al colegio.
Nosotr@s nerviosas (y exhaustas) después de luchar con las últimas patitas de la organización.
La tía Pati, con sus miles de manos de pulpo multiacción, ayudaba a terminar las esculturas mientras dirigía la producción de la comilona.
Primero, la instancia formal: llegaron -casi- todos. Llegó, como siempre, el alcalde, medio apurado por la cantidad de actividades que traía el fin de año. Llegó la Sra. Haydee, quien nos acompañó todos los almuerzos durante los meses de esta residencia, que no le gusta salir de su casa y dejar a los animales solos, esta vez sí salió. Llegaron algunas apoderadas que se pusieron en plena en la producción de la cocina, llegó la Agrupación (representada por la, siempre presente, Nana Sánchez). Estábamos también los de siempre, los que estuvimos todos los días, todo el día en el colegio. Llegó también parte de mi familia a acompañarnos. Llegaron del Consejo Regional y Red Cultura, hito importante para la comunidad, quienes siempre están buscando ser visibilizados de alguna manera, para dejar de sentirse tan remotos estando tan centrales.
Conté, entre el cansancio de las pocas horas de sueño, los procesos de cada activación, los procesos del laboratorio, las etapas, los actores. La Karina preparó una bolsa con materiales textiles para que cada una de las asistentes pudiera continuar bordando faunas. Habló el alcalde, habló Lorenna Saldías (Directora regional CNCA) y habló el profe, y de nuevo siembra una esperanza en la autogestión e independencia de continuidad del laboratorio: “queremos, en presencia del alcalde, que esto siga existiendo, que se active hacia la comunidad, por lo que queremos pedirle que esta parte de la escuela siga existiendo como un espacio abierto a la comunidad…”.
Segundo: comer, compartir por horas. Habíamos preparado un asado y un picoteo, cosa rara para ellos que siempre están acostumbrados a comer al plato, pero este formato de comida hizo que la convivencia se alargara (desde las 12:30 hasta las 19:00). El Juaco vendía fanzines y dibujos por ahí, otros niños jugaban a tirar una botella con agua, mi hermano tocaba la guitarra, que se transformó rápidamente en karaoke (“… si en cada respirar estabas tú, cómo te voy a olvidar?” “Huichaco!” “¿Cómo te voy a olvidar?” “Huichaco!”), los niños jugaban futbol, el profe saca el micrófono y hacen que el Maxi (5 años) cante la cuncuna amarilla, nos reímos, conversamos, comimos, la Nana canta una ranchera, mi sobrino juega con el Maxi, comemos de nuevo, duermo una siesta en el sillón… (BIS)
El laboratorio es la experiencia en sí.
Asociarse es la obra de arte del arte colaborativo.