Aquí la zona es bellísima, son paisajes que a veces parecen sacados de una ficción. Nos vamos encantando con lo hermoso del territorio a medida que van pasando los días. Es como si fuésemos descubriendo la belleza de un pueblo que en el mapa pasa más bien desapercibido y que los automovilistas y camioneros que transitan por la carretera que corta a Crucero por la mitad, parecen ni notar.
Caminamos por el pueblo y vamos conociendo locaciones para el cortometraje: la antigua estación de trenes, las huellas del riel, la copa de agua, la casa de la señora Isolina, el restaurant de don Hugo, la virgen de la compañía de Bomberos, el terreno baldío que actúa como plaza del pueblo, las casas antiguas de madera que parecen abandonadas pero que siempre están habitadas. Todos lugares que vamos descubriendo y que los mismos vecinos nos van mostrando.
Todos los paisajes siempre tienen la misma banda sonora: las bandurrias, golondrinas y tiuques que andan volando por todos lados.