Viernes. Por la mañana Cristoff, Danilo e Ivonne viajaron a Hualañé para asesorar a Sebastián Leal –el chef colaborador- con la viña de uva País que tiene su familia y que al parecer está muy descuidada, lo que Sebastián pretende es recuperarla, activarla y producir su propio vino. De ese encuentro llegaron pasado el medio día. Mientras, con Gastón nos levantamos a primera hora para realizar la instalación de los focos en el techo del teatro parroquial, la idea es proporcionar otra posibilidad de iluminar y darle otro carácter a la sala, queremos generar un sensación espacial mas acogedora para lo que pondremos focos individuales movibles sobre su eje, los que irán con ampolletas LED cálidas y de bajo consumo. En total son 10 focos los que iluminan prácticamente todos los muros del lugar. Mientras cortaba los cables y planeaba la conexión e instalación y luego atornillaba foco por foco al techo, Gastón pintó todos los muros de la sala. Quedó como nueva. Por la tarde llegó Gabriel Peñaloza quien nos ayudará con la instalación eléctrica en el entretecho, esto porque al ser el más delgado de todos, no tendrá problemas en desplazarse por el estrecho lugar, también se corre menos riesgo –por el peso- de dañar la estructura. Y así, se hizo, a eso de las 19 hrs. la instalación eléctrica estaba finalizada solo nos quedaba montar las pinturas, dibujos y fotografías, al menos para mí la parte más entretenida de todo.
Mientras realizábamos la instalación eléctrica Cristoff Beau junto a Danilo salieron a poner en práctica el experimento de los videos Gingko. Si bien, ya habíamos realizado una primera experiencia junto a Ivonne y luego otra junto a Adolfo Martínez, ésta, dado las experiencias previas parecía funcionar mejor, al menos esa es la idea y planificación. Al regreso y según las palabras de Danilo -quien realizó el paseo y la grabación- ocurrió algo especial, ya que desde el momento en que se dispusieron a la observación atenta y sensible de los fenómenos del mundo, éste se expresó con toda su sutileza. Ahora solo queda editar el material y conseguir al menos un asomo de lo vivido.
Cuando llegaron ambos del Gingko vídeo quedaron sorprendidos por el cambio de iluminación en la sala y al menos Danilo, expresó la diferencia sensible que le produjo una alteración de ese tipo, bueno, eso es lo que pretendemos con esto.
Luego afinamos detalles del montaje, en cuestión de días –el domingo- veremos expuesto el paciente y silencioso trabajo de toda la comunidad. En momentos como estos se vienen a la memoria rápidamente todos quienes nos visitaron: Carolina Silva, Milena Gröpper y Adolfo Martínez, con quienes construimos en parte una imagen de La Huerta, con quienes trabajamos codo a codo y conversamos largas horas sobre esta privilegiada situación de desarrollo artístico. Sin duda, siempre estaremos en nuestras memorias y corazones.
El trabajo fue arduo, sigiloso, sin apuro y al tiempo de la pintura, avanzamos al paso que la comunidad propuso, imaginamos lo que la comunidad quiso imaginar, pintamos lo que hubo que pintar. En particular, como gestor de esta iniciativa me siento absolutamente agradecido de la comunidad, de cada uno de las pintoras y pintores, de los paseos al cerro, de la energía vital de los niños, de la valentía de los adultos que se atrevieron y se expusieron, de los observadores respetuosos que entendieron finalmente que “el que pinta tiene la palabra”, a todos infinitas gracias y cariños.
Dejamos prácticamente definido el montaje final, ya mañana nos dedicaremos a instalar las pinturas, los dibujos y las fotografías en los muros. Nos vamos a descansar con media sonrisa dibujada.
Por Carlo Mora.