por Mónica Álvarez
En Huichaco, a solo 1 hora de Valdivia, la vida está intrínsecamente ligada a la naturaleza que alimenta, sana, calienta y, con sus ciclos y arrebatos, produce una reverencia cruzada de miedo.
Las familias formadas por las familias, al estilo Buendía, se cuidan, apoyan y multiplican. Las historias se acrecientan y el límite entre lo real y el mito se torna difuso, por ejemplo, cuando Isabel de 12 años cuenta que su tía estaba lavando ropa en el río y en la orilla vio un lindo “cuero”, luego puso a su guagua sobre éste y siguió trabajando hasta después de un rato, cuando notó que el cuero se había llevado a su hija al río. Así mismo se observa cuando el Tío Hugo, profesor, cuenta que los brujos trajeron los duendes malos y él los vio sobre las mesetas de árboles frutales haciendo puras maldades.
Los perros se comen los pudúes, las vacas se mueren de mastitis, los leones se meriendan a las gallinas, los bueyes se castran, los murciélagos conviven con las ovejas que te miran con la pupila cuadrada, los pollos se los lleva la tué tué o se lanzan a la cazuela, los chanchos arrastran el poto en el barro y se comen los restos vegetales que yo dejé y luego yo me como el chancho ahumado.
Los árboles se cortan, no hay tiempo ni gente joven para cultivar, el pan se hace a diario entre esquilas, huertas y tejidos; y tantas tareas más de las mujeres, todas descendientes de Higidia, fundadora de la escuela, posta, iglesia y todo avance organizacional posible. Cada Higidia tiene su lugar en esta cooperativa: enfermera, profesora, manipuladora de alimentos, asistente de cocina y así suma y sigue. Así podría llamarse la sociedad ideal, podrían, todas Higidias, ser el baluarte magnífico de valentía y esfuerzo… pero la duda cae ante las violaciones ocultas, los maltratos, incendios provocados por los machos tomados, y todo perdonado bajo la premisa católica evangélica, o bien disminuido por el machismo vigente.
Incentivar la transgresión de los imaginarios visuales aprehendidos: animés, peluches, curvas dulzonas (decires de la profe de textiles), y asombrarse al descubrir formas y colores que hablen de sus amores, animales, paisajes, sueños… fue un trabajo maravilloso de hacer.