El taller de madera empezó con incertezas pero corazón abierto: Joselito llegó el domingo sin saber mucho a qué venía, y la verdad es que yo sólo tenía la idea de trabajar con toda la madera que está tirada o se desecha del aserradero y construir algo que quede en el espacio laboratorio como una muestra de todo lo que se puede hacer, idea que la gente recibió con entusiasmo.
Ante esta incerteza convocamos a sesiones de trabajo abierto en que todo el proceso iba a ser conjunto. Todas las sesiones fueron distintas y a cada una vino alguien distinto.
La primera (miércoles en la mañana) vinieron Lucy y Ernesto, entusiastas ex vecinos de Huichaco que hoy en día viven en Runca y tienen un taller de madera, les gusta hacer artesanías y nos invitan insistentemente. Convenientemente vinieron con una camioneta, así que tras explicarles el espíritu colaborativo de todo el proceso nos fuimos a conseguir materiales. En el aserradero de Don Eugenio Sánchez nos indicaron una ruma de tapas de hualle (roble joven) que no les servían para vender (“eso lo hacemos leña”), así que seleccionamos y nos llevamos de una. Regio primer material.
En la tarde llegó la Claudia y la Sra. Lidia, uniéndose a las 16hrs. las tías del PMI (Jackie y Telma), Dayris y Fernanda, alumnas y la Tía Paty. Entre todos decidieron experimentar y hacer un macetero y una repisa que quedaron muy bien y dejó a todos entusiasmados pa´ seguir, y que instalamos en el mural, que decidimos seguir interviniendo mientras avanza la residencia, para que sea casi una bitácora mural en proceso.
Jueves en la mañana llegó nuevamente Ernesto y dos vecinos ex santiaguinos que vinieron a Huichaco buscando una vida de campo más tranquila y espiritual: Luz y José Luis. Hicieron una sesión de materiales a pata con la motosierra y llegaron de vuelta con trozos pequeños pero bellos de madera de pellín que encontraron tirado (roble viejo que puede llegar a tener 400 años, todos nuevos conocimientos que nos ha dado la vida de campo), se fueron en la media volá y pensaron en hacer aros y aplicaciones.
En la tarde volvió a llegar la Claudia, quién con la ayuda de su hija Dayris hicieron un macetero para llevarse a su casa.
El viernes no llegó nadie…ya cachamos que los viernes son un día sensible para esta comunidad, todos quieren irse pa´ la casa y descansar, así que aprovechamos de trabajar en otras cosas editoriales.
El sábado fue el día estrella: llegó la Tia Jackie con su hijo Gerson, la tía Rosita, y andaba deambulando el Pato. Ya todos cacharon el espíritu así que trajeron sus propios trozos de madera y cada quién tenía su idea sobre lo que quería hacer, y se armó un ambiente de taller súper relajado y buena onda. La tía Jackie copió unos diseños de servilleteros que había encontrado y la tía Rosita se lanzó un diseño de carretilla en miniatura para poner las plantas que quedó fino, además de una tabla para la carne.
Para mi lo más bonito fue Fernando (niño de 4 años) que me dijo: “tía quiero hacer una casa y no voy a poder hacerlo sin tu ayuda” “ya! Qué hago yo?” “tú aserruchas, haces la cerca y el techo” “y tú que haces Fernando?” “yo dirijo” “no serás un poco chico para dirigir?” “y eso qué tiene que ver?”. Así que nos pusimos a construir una mini casa para ratones que quedó un poco rústica pero hecha con cariño y risas.
Ahora, que ya comprendimos las posibilidades de la madera y las voluntades de trabajo en conjunto, decidimos ponernos a full con la estantería, que sólo nos queda una semana.