Martes. Tempranito en este día… hacía más frío que fresco…
Nos centramos en la búsqueda de algún portal hacia el pasado, fuimos a las ruinas de una casa patronal a orillas del río, pero no existía nada de eso, mas bien era una vecindad donde cohabitaban lechuzas, colibrís, chercanes, gorriones, lagartijas, culebras y arañas, todos ellos tenían sus habitaciones en los agujeros de las grandes paredes de adobe de antaño, sin embargo las lechuzas eran impresionantemente hermosas, dormían a la luz de la mañana juntitas las dos entre la vigas de la techumbre…
Después de un buen rato estábamos con fe de encontrar algo asombroso cuando en eso, nos topamos con varias cubas de vino (¡aquí esta! Con un par de litros veríamos hartos portales en el suelo) realmente eran ruinas al igual que todo lo que alguna vez tuvo vida. Nos atendió Francisco Muñoz, quien nos hizo pasar por la puerta de entrada que tenía solo la mitad superior, así que para pasar teníamos que agacharnos…
Aquel lugar era una antigua asociación de viñateros quienes producían mucho vino, y que luego, una vez llegado el poder comprador de materias primas, dejaron de producir su propio vino y vendieron (mejor) la uva, así que habían cubas de 8.000 litros. Este señor campechano nos relató la historia de cuando sus papás eran jóvenes y le hablaban de éste lugar, su actual hogar (era el cuidador); también nos contó de cuando él -Francisco Muñoz- vivió en Iquique hace mas de 35 años, de que sus padres en el tiempo del descube lo llevaban a trabajar para sacar las borras, las filtraban un poquito y así tenían sus litros de vino, que en la mesa nunca faltó. Nos contó hartas cosas, hasta el Tue Tue salió al baile. Generalmente los hombres tienden a ser incrédulos y él lo no fue la excepción, con incertidumbre nos contó lo que era, nos dijo que existía y que él había quedado pasmado. El Tue Tue, un pájaro de los cuentos nigromantes o cuentos del Diablo del campo chileno.
Camino más allá, nos sorprendió el encuentro con los señores Lechugeros. Tres hombres campesinos, cada uno con hartas amelgas en los zapatos. Había uno eso sí, muy bueno para el trabajo, y para suerte nuestra justo ese día lo encontramos de buen humor. Si algo debo de reconocer es que ese hombre es bueno para la pega. Yo lo contrato…
El pasado se mezcla con el presente, de ida y vuelta, de arriba hacia abajo y en reversa también, en la escuela de La Huerta festejan la licenciatura de octavo básico y las últimas personas en llegar, unas señoras, se nos acercan porque sabían que hacíamos actividades a las que no asistían. Se acercaron a preguntarnos por el próximo evento masivo y Gastoncito las calmó con la promesa de visitarlas a domicilio en horas de la noche, al rato, ya distendida la conversación, también nos contaron recuerdos y el por qué –según ellas- las personas se mostraban indiferentes a los temas culturales.
Hoy terminamos con una imagen cliché, la Luna sobre el río.
Por Ivonne Acosta y Carlo Mora.