El otro día, cuando fuimos a tomar mate con la señora Lucy nos enteramos que el sector de Peuque se llama realmente Chucahua (nombre antiguo) y nadie sabe por qué cuando instalaron el letrero le pusieron Peuque.
“Se habrán equivocao, anda saber uno porque le pusieron ese letrero si toda la vida le hemos dicho Chucahua”.
Recordamos que en el pichi Trawun que sostuvimos en el colegio, una niña se presentó y dijo que era de Chucahua, sus compañeros se rieron, dijeron que no existía ese lugar y que ella vivía en la carretera. La niña respondió muy segura: “no, yo vivo en Chucahua”.
Le contamos esto a la señora Lucy, ser ríe y dice: “ella estaba bien, sus papás le están enseñando bien”; luego de esto nos invita a hacer roscas (calzones rotos) y ponemos las manos en la masa, para comer algo y acompañar el mate.
También nos comentan la historia de la isla Helvetia:
Frente a Calbuco hay una pequeña isla, tan pequeña que en una hora puedes recorrer su perímetro de playas; al centro hay un bosquecillo de arrayanes que sorprenden por las caprichosas formas que toman sus ramas. Mirando hacia Calbuco se encuentra una gran casona de estilo europeo, rodeada por un jardín que a pesar del abandono que muestra, es notoria la estética clásica.
Esta isla en su nombre huilliche es chaullin que significa: lugar de encuentro. Tiene sentido si vemos que la isla está entremedio de Calbuco (continente) y muchas islas más lejanas, por tanto es efectivamente un muy buen lugar para que habitantes de distinto lugares pudieran encontrarse.
¿Cómo es que cambia de nombre? los lugareños cuentan que el Estado chileno se la regaló (wooouu) a un hombre suizo que llegó a Chile arrancando de su país con su joven y amada sobrina, al parecer cuando ella fallece, él decide irse y vende la isla a particulares. Una de las tantas historias de nuestro Sur- realista.