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Residencia: Aire, mar y tierra Colmuyao - Cobquecura, Ñuble - 2018 Residente: Enrique Flores
Publicado: 18 de enero de 2019
Almud colmado

Lo que comenzó como algo caótico, poco a poco fue tomando su curso. Si el día lunes fue difícil, el día jueves ya pudimos dormir tranquilos. Los últimos dos días de trabajo nuevamente comenzaron temprano. 8 am., y ya estábamos instalados en la plaza revisando los avances y fijando las metas para el día. Habíamos podido ver cómo trabajaba don Claudio y sus dos ayudantes los primeros días y sabíamos que podíamos confiar en la manera en la que él programaba las tareas. Nosotros por otro lado teníamos que seguir avanzando en las gestiones que faltaban para concluir la construcción, hacer las gestiones pertinentes con las autoridades locales y en última instancia preparar las cosas para la inauguración de la próxima semana.

Lo primero era asegurar que todos los materiales que pudieran faltar estuviesen disponibles para no quedar con tiempos muertos en el desarrollo de la construcción, y el trabajo se realizara sin problemas. El día miércoles gran parte del trabajo de construcción quedó realizado, por lo que el día jueves fue dedicado al enchape y detalles de construcción finales.

Para eso había que traer el enchape de piedra laja, que era parte fundamental del diseño del monumento y debíamos finalizar los últimos detalles en el muro de bienvenida. Debíamos ir a cerrar el trato del enchapado de piedras en Pilicura, uno de los lugares cercanos en donde se vende esta piedra, y ver la manera de traerlas desde allá hasta la plaza de Colmuyao. La Municipalidad había ofrecido el transporte de ellas en un camión, pero debíamos ver si lográbamos hablar con algún experto que realizara el trabajo. Esto porque el trabajo con piedra laja, a pesar de ser recurrente en la zona, es de difícil ejecución, ya que hay pocos maestros que hacen ese trabajo. Nos habían hablado del experto local, el señor Torres, quien había realizado la mayoría de los trabajos que se pueden encontrar en las calles. Como habíamos dicho antes, él se había ganado la concesión de los baños públicos de la costanera y no estaba tomando trabajos de maestría, de igual manera fuimos a intentar convencerlo, sin embargo, nos insistió en que no tenía disponibilidad para hacer trabajos en piedra. El resto de los maestros a los cuales les consultamos no querían venir hasta Colmuyao a hacer el trabajo.

Entre apenados y enojados, nos fuimos a comprar la piedra y después veríamos cómo nos la arreglábamos para ponerla sobre el almud de la plaza. No sabíamos si don Claudio iba a querer hacerlo ya que nos había dicho que generalmente no hacía ese tipo de trabajos.

Llegamos donde los Aguirre, una de las casas de Pilicura en donde cuelga una piedra pintada con el aviso: SE VENDE PIEDRA. Ya habíamos ido anteriormente a cotizarla así que fue fácil llegar y comprarla. Mientras metíamos algunas pocas piedras en el auto para poder avanzar antes de que la Municipalidad llegara para llevarse el resto de ellas, la dueña de casa nos contaba entre risas que ella no entendía por qué a las personas les gustaba tanto construir con piedra si ella encontraba que quedaba tan feo, y era tan lento y trabajoso. Nos reímos nosotros también.

Entre que llegaba el camión de la Municipalidad nos fuimos a reunir con el Alcalde de Cobquecura para invitarlo a la inauguración del miércoles. Llegamos a la Municipalidad y tuvimos una reunión expedita en donde le contamos en pocas palabras lo que estábamos haciendo en Colmuyao, la luminaria y sobre la comunidad. Él se comprometió a asistir y fijó una hora para realizar el encuentro.

Habiendo finalizado la conversación, él se fue rápidamente y nosotros también partimos de vuelta a ver si don Claudio iba a acceder a hacer el trabajo de enchape. Sentimos las piedras que llevábamos en la maleta traquetear durante todo el camino de tierra hasta que finalmente llegamos a la plaza. Ahí los maestros habían vuelto de almorzar y les mostramos las piedras para ver qué nos decían. Dubitativos prepararon una mezcla para pegar e hicieron una muestra para ver cómo les resultaba. Al principio estaban indecisos, la piedra no era regular como la cerámica y hasta intentaron convencernos de utilizar otro material imitación piedra, con la que estaban seguros que sí podían trabajar. Nosotros insistimos en que era importante utilizar ese material y los alentamos a que siguieran probando hasta que de a poco le fueron agarrando el gusto. El juego de calzar las piedras se volvió una especie de juego y nos quedamos sugiriendo configuraciones con las piezas y conversando. Ahí contaban que a los maestros de la zona les gustaba hacer casas, cosas grandes, no esas cosas tan detalladas como encajar piedras.

Cuando ya tenían la mitad del almud enchapado llegó el camión de la municipalidad con el resto de las piedras. Poco rato después ya habían concluido todo el trabajo y sólo faltaba esperar a que secaran todas las mezclas y dar unos toques finales. Dio la hora de terminar la jornada y podíamos decir que habíamos levantado el monumento. Entre aliviados y felices nos despedimos. Los de la Municipalidad nos aseguraron que pondrían la luminaria los primeros días de la próxima semana y se fueron también.

Volvimos a la casa y pudimos respirar tranquilos porque habíamos logrado levantar el monumento y la pared de bienvenida. Lo que semanas anteriores parecía ser una tarea titánica que se nos vino encima, de a poco se fue ordenando y encontrando un método de funcionamiento. Si bien fue difícil, el trabajo constante, comprometido y organizado de quienes nos ayudaron esta semana fue fundamental para hacer que el trabajo se realizara dentro de las fechas que teníamos planificadas. Ahora solo falta que las personas de la localidad hagan suyo el espacio y se hagan cargo de él, tarea no menor que esperamos podamos comenzar a difundir desde la próxima semana.

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