Tres meses, tres residentes, un cerro con carros que bajan a un cementerio. Cinco mil personas viven en el cerro Mayaca, que se alza entre la plaza de armas de Quillota y el río Aconcagua. A media altura está el cementerio católico más antiguo de Chile, y en torno a él se construyeron tomas de estacionadores, marmoleros y floristas, hacia arriba y hacia abajo. Desde entonces se genera una barrera social entre ellos y el resto de Quillota, que se ve hasta el día de hoy en cosas muy concretas, como que sólo una micro sube el cerro.
El 1º de Noviembre es el “Big Bang”. 15 mil personas llegan para visitar a sus muertos. Lo anotamos en la agenda. Queremos vincular ese día con otro cementerio debajo del cementerio. El arqueólogo Charles Garceau encontró tumbas incas hace sólo unos meses.
El otro hito anotado es la Carrera de Carros, que en marzo verá bajar por tercera vez y a toda velocidad una competencia de autitos hechos por vecinos.
Es primavera y al cerro lo rodean los invernaderos blancos al norte y la ciudad al sur. Corre una brisa que vamos a extrañar en noviembre. Un tren toca la bocina sólo de noche. Las casas no saben cuántos perros tienen. Los haitianos trabajan los campos. Los santiaguinos cumplen su sueño de la casa propia y la salud.
Los adultos del mayaca están organizados. Aunque el cerro está dividido en el Alto y el Bajo, no dan abasto de tanta actividad cultural. Lo que los divide no es el cementerio al medio, sino otras cosas.
Quizás se pueda hacer un carrito capaz de unir las verticalidades. Un contenedor de relatos con manubrio, construido y conducido por ambas comunidades. Lo proponemos y queda pendiente la visita a los talleres de inventores del cerro.
“Los jóvenes no quieren nada, ellos son el gran desafío”. Sin embargo, de inmediato conocemos a Camilo Oyaneder, 23 años, guitarrista y secretario de la Junta de Vecinos de El Mirador. Y él nos presenta a Amy Ly, graffitera, tatuadora, en vías de ser profesora de arte, e inventora del grabado verde, una técnica en base a cajas de leche. Les ofrecemos unirse al equipo y aceptan. La primera actividad: una entrevista en Radio Cumbre donde Dj Brígido apenas tuvo que preguntar entre tanta respuesta que salía sola.
Desde la virgen en la cumbre se ve el Centro Cultural Leopoldo Silva, donde nos han dado una sala para mirar de vuelta, cerro arriba. A media circunferencia de distancia, el estacionamiento que pillamos siempre vacío frente a la Radio Cumbre mira directo al río Aconcagua: tres tallarines de agua que se irán secando a medida que trabajemos en las calles que lo observan. Nos prohíben ir a sus costas. A modo de explicación, una señora nos muestra su mano en forma de pistola, eso si, ella no es del cerro.