Aterrizo en Chacalluta de noche. El case con los equipos audiovisuales ha sido abierto y tengo que dejar un reclamo. 10 pm salgo del aeropuerto y ya no hay nadie afuera, no hay más vuelos ni transporte. Me quedo mirando el enorme paisaje de desierto nocturno. Un letrero rojo de taxi aparece mágicamente frente a mí y en cosa de segundos tomamos la carretera hacia el sur. Comentamos la actualidad nacional – acá es tranquilo – dice Rigoberto, el taxista, y opina sobre el fallo de La Haya- en realidad los ariqueños somos de todo: medio bolivianos, medio peruanos, un poco chilenos. Mi familia se vino cuando había pega, con la junta de adelanto. Ahora estamos medio botados: a veces pareciera que Chile empieza de Iquique hacia el sur.
En silencio entramos a la ciudad. En el centro de Arica se siente el ruido del mar y la humedad. Al fin en casa.
Día de inicio de la residencia. Me reúno con Carla, encargada regional de Red Cultura, con quien ya hemos coordinado algunas cosas por email. Entramos en materia inmediatamente, comenzando por los contactos con las agrupaciones y organizaciones sociales que operan en el sector de Nueva Esperanza. El eje del proyecto es el encuentro entre las diferentes comunidades que conviven en el sector y que dan cuenta de una diversidad cultural, algunas más visibles que otras, todos potenciales espacios para trabajar. Por el momento comenzaré por contactar al Círculo de Residentes Bolivianos, quienes son los más organizados debido a la actividad comercial y los bailes de carnaval. Por otra parte, la escuela, el jardín infantil, la cooperativa del Agro son también espacios de encuentro de los habitantes y trabajadores del sector. Nos interrumpe la visita Maxi, un joven gestor que agrupa a la comunidad de hip hoperos de Arica, quien opera desde el Cerro Chuño, y conoce muy bien los distintos movimientos y actividades de los jóvenes ariqueños. Maxi me cuenta que conoce a alguien de Nueva Esperanza, que hay grafiteros y jóvenes interesados en el deporte. Quedamos en contacto.
Durante la tarde visitamos a Julia Corvacho, la directora del jardín infantil Granito de Arena, un jardín Montessori de la Junji – Hogar de Cristo, que se ubica en el corazón de la población. Julia nos recibe con mucho interés, el jardín reúne a más de 70 niñas, niños y sus familias, con una composición diversa. Me presento y conversamos sobre el proyecto, el jardín es un espacio posible para acceder a dialogar con la comunidad y soy invitada a la próxima reunión de padres para presentarme y conocer las familias. El lunes puedo sumarme a la caminata diaria que hacen los niños por el barrio, para conocerlos y ver como es la dinámica del jardín.
De vuelta de hacia el centro, pasamos por el Cerro la Cruz y quedo apuntada para el Encuentro de Organizaciones Comunitarias que se realizará el sábado, para conocer a otros agentes culturales y vecinos que están trabajando en la ciudad.
Arica me parece enorme, cada espacio un mundo aparte; conviven aquí el mundo andino, la ciudad ruidosa, el turismo, el mar sin fin, todos al límite norte, un territorio aparte.