La semana pasada vino Damir, audiovisualista invitado para realizar unos videos cortos sobre algunos de los artesanos y sus obras. Estas son sus impresiones de su paso por Tortel.
“No vengas con maleta de rueditas», me dijo la Francisca. Pero el equipo de grabación no me cabía en la mochila así es que no me quedó otra que traer las rueditas.
Nuestra casa quedaba al final de la emblemática costanera de ciprés. Y así llegué, pasando cero desapercibido entre los Tortelinos, quienes me observaban de reojo a la llegada rodando mi maleta entre tablones grises de 15 cm.
Más de alguna vez se me atascaron las rueditas entre las ranuras, tarea que para evitar me obligaba a siempre estar atento del camino por donde iba.
Tuve la oportunidad de grabar personas que han vivido aquí toda su vida. Un pueblo maderero con un concepto completamente sustentable. Una técnica que exige el máximo respeto por su entorno. Artesanos que valoran la fuente de su trabajo mucho más que el producto que realizan. Una forma de vivir que como Santiaguino, desconozco.
Después de una semana de grabación, ayer me tocó comenzar el retorno. Pero ya no me importaba lo poco amigable de la superficie de la costanera con mi citadino equipaje. Ahora me estaba despidiendo de esta localidad, y me negué a ir mirando constantemente por dónde iba. «Que se me atasquen las rueditas no más», me dije, «este paisaje no sé cuándo lo volveré a apreciar».