Para Didi-Huberman las imágenes no están en el presente ni están completamente en el pasado, las imágenes son interrogadas y vistas por nosotros en el presente, así como ellas nos observan y nos interrogan en silencio desde un pasado a veces reciente o inmediato.
Las imágenes son vestigios, recordatorios, objetos tangibles de una memoria voluble, siempre en un constante cambio vertiginoso y que a veces nos engaña.
Los recuerdos construyen, la memoria disipa.
Cada imagen que hemos ido construyendo con Pisagua son vestigios recientes de la vida e historia de quienes al parecer no pueden escapar de un pasado traumático, doloroso y sufriente. Pero ¿quién en este país puede zafar de todo aquello, quién es vulnerable a los vestigios de la barbaridad instalada y que dejó a Pisagua con un estigma perenne?
Los vecinos perpetúan sus historias por medio de estos vestigios que portan recuerdos, intentando instalar su propia historia, la historia que ellos han construido y no aquella impuesta a la fuerza en forma de castigo.
El relato nuevo, el relato de los que viven y construyen hoy, ese es el trabajo que los pisagüeños han planteado para esta residencia.