En la tarde estábamos con la comunidad de La Quebrada, ayudando en los preparativos, de la ceremonia navideña, de la celebración religiosa y el estreno del documental que sería a las 8:00pm, en la iglesia.
Algunas vecinas, utilizaron el espacio de reuniones de la sede parroquial, para la elaboración y servicio de variedades de comidas, bebidas, envolver regalos, y preparación minuciosa, para un día de intercambios y celebraciones.
Los muchachos de servicio país estaban colaborando en adornar mesas, colocar sillas en el piso de tierra, frente a la iglesia, donde sucedería la fiesta y los bailes. Algunos hombres empezaron a traer en una carreta tirada por un tractor, las mesas de madera alargadas y bancos. Había que limpiarlas con agua, y poco a poco, se transformaron en superficies de telas, blancas y rojas.
La iglesia había sido la locación propuesta por los vecinos para la proyección del documental. Hay grandes ventanales de cristal que reflejan una luz solar, muy fuerte todavía a las siete de la noche. Con algunos plásticos negros, que habíamos gestionado previamente y desde afuera, tapamos, para intentar un interior de la sala de cine, lo más obscura posible.
Contratamos un servicio de proyección, con dos vecinos de Rancagua. Queríamos garantizar el mejor visionado posible. Cristián y Claudio empezaron a armar el esqueleto de un enorme telón, hicieron algunas adecuaciones del lugar, y era evidente con algunas expresiones de asombro de los vecinos, que algo diferente surgía en el interior de la iglesia.
Gema, la presidenta de la junta, nos entregó bolsas para colocar los DVD`s con la película, que serían entregados a cada familia de La Quebrada. Algunos vecinos de localidades cercanas, La Pitra, Lo Marchant y Los Maitenes, también estaban pendientes del estreno del documental.
La ceremonia religiosa, la novena, empezó a las siete pm. Enseguida terminamos de habilitar el interior del recinto, y algunos vecinos, hicieron el rezo de costumbre.
Cada vez llegaban más personas. El sonidista, con sus amplificadores, daba los últimos retoques para un sonido limpio y potente. Los niños también ayudaron y colocaban vasos, cubiertos y adornos en las mesas dispuestas, y al pie del campanario, donde se recreó con algunas decoraciones, el nacimiento de Jesús.
A las ocho pm, algunos vecinos comenzaron a entrar a la sala de cine, otras voces, decían ya va a empezar, y el movimiento empujaba hacia el interior del recinto.
Primero sucedieron algunas presentaciones y agradecimientos, por parte de Andrea, vecina, e inmediatamente un rotundo silencio anunció el comienzo del documental Entre vientos y quebrada.
No alcanzaron los asientos, muchas personas quedaron paradas y prefirieron permanecer en los espacios de la entrada.
Empezaron los comentarios en forma de cuchicheos, las risas cuando aparecía, Luis el panadero en su camión con altoparlantes de música, el verdulero mientras transitaba por los caminos de tierra, los niños de la escuela con las ocurrencias de Camilo y Miguel Ángel. Las escenas cotidianas aparecieron, alegres y sorprendidas, como reflejo en los rostros de los vecinos espectadores.
El documental en su proyección, iba llegando a su fin.
Los aplausos aparecieron amontonados y lentos. Apareció también un poco de nostalgia, la voz de Marta, todavía en pantalla, describía en una décima la vida quebradina, y los recuerdos del proyecto, del esfuerzo conjunto, empezaban a tener más sentido y coherencia. Los aplausos y los comentarios nos recordaban el final de este ciclo de creación conjunta e inolvidable.
Después de los créditos, se encendieron las luces. La Quebrada empezaba a estar más lejos y más cerca. Hubo que esperar unos segundos para continuar. El Alcalde y Andrea Vargas, a nombre de la comunidad, y Carolina Galaz, de la Fundación para la Superación de la Pobreza, agradecieron el contenido del documental, el proyecto en su conjunto. Las emociones en los que utilizaron el micrófono y de los que permanecían sentados, eran visibles.
Poco a poco, los vecinos y vecinas comenzaron a moverse de sus asientos. Empezaban a juntarse, codos con codos, para salir con paciencia de la iglesia. Algunos, como la inolvidable Emma, agradecieron con abrazos a La Quebrada y a nosotros.
En las afueras de la Iglesia, todavía quedaba luz tardía, y los presentes se sentaban, y se incorporaban a la próxima actividad navideña y comunitaria. Un vecino participante del documental, aparecía ahora como duende, guiando una carreta con caballos y trayendo consigo al viejo pascuero y sus sueños infantiles. Los niños sabían lo que iba a pasar y estaban más atentos, hasta escuchar sus nombres y tener su regalo esperado. Después, los integrantes del proyecto recibimos algunos presentes.
Las mesas ya estaban repletas de comidas. Alguien por el micrófono invitó al festín, a servirse, a disfrutar. Habían muchas personas, muchos encuentros. La noche fue más larga que de costumbre. Empezó la música grabada y más tarde, el grupo Agua Cero hizo gala. El profesor Juan Carlos, de la escuela de La Quebrada, tocaba la acordeón.
La fiesta con bailes de cuecas y rancheras continuó pasada la medianoche, y con más frío, cuando apenas quedaban una docena de vecinos, nos despedimos.
Y La Quebrada de Marchigüe empezaba a quedar paulatinamente detrás y adentro nuestro.