Un minuto éramos 31 personas entre 3 y 75 años rebotando en una micro. Al bajar todo se desparramó en una estampida entusiasta que no sabía dónde ir. Y al minuto siguiente, cien personas esperaban instrucciones en un patio de esculturas. Los residentes nos topamos corriendo por los pasillos para decirnos “¡esto está repleto!”. Correr, saludar, abrir puerta, poner la película. Y finalmente sentarse a mirar todo lo que hicimos estos tres meses de colaboración intensa. La construcción del Portal de Memorias, su exhibición el 1º de noviembre, el tour por el cementerio, su primera muestra en el Leopoldo Silva, el programa radial Mayaca Waka, la Brigada Textil, la deriva por el Mayaca salvaje, las visitas al museo, las asambleas, Rock en Río… Y sobre todo, nosotras y nosotros: Camilo, Amy, Carlos, Maty, Rodri, Ashly, Tiare, Floro, Mariana, Tanya, Nina, y tantos/as más.
Créditos, y entra Jeremy con un rap de una calidad que nos deja en total perplejidad. La Mariana, que tiene pánico escénico, entra en un estado de euforia y nos anima a todos a subir con el Jeremy a bailar. La seguimos en modo automático. Nos cuesta obligar al Rodri, pero finalmente ahí estamos todas/os juntas/os, por fin. Aplaudiendo, fotografiando, bailando, escondiéndonos tras la cortina, dando improvisadas palabras finales, agradeciendo a los/as más de cien colaboradores de todas las edades que hicieron esto posible, e invitando a pasar a la exposición y al cóctel.
Había tanta gente que no se podía entrar. Había cola para sacarse un juguito. Los niños atosigaron el mesón central de trabajo. El mapa textil colgaba majestuoso desde el techo. Agatha y Ámbar escuchaban sus locuciones en la recreación de la radio, con carteles hechos por el mismo señor mañoso que nos hizo el letrero del Portal de Memorias hace meses, y nos encontramos de casualidad esta semana en la calle. Las fotos en formato gigante de la Tiare y el Rodri exponiendo el tamaño de su sensibilidad, escondida tras timideces generosas y humildes. Los videos de la Go Pro que llevó el Camilo y que dan cuenta con qué facilidad lidera la subida a la cumbre.
De a poco la gente fue desapareciendo. De nuevo nos falló el transporte de la Muni que debía llevar a los niños de vuelta al cerro. Tomamos taxis para llevarles y de vuelta nos fuimos directo a un bar, donde celebramos el triunfo, el éxito, la riqueza, la satisfacción y el agotamiento de un proceso cerrado en conjunto.
Entre viernes y martes los cerebros se fueron deshinchando, los entrecejos se suavizaban, los perniles se desacalambraban, los discos vertebrales se desinflamaban, los estómagos se soltaban y dejaban espacio para comer de nuevo con tiempo y ganas. Me refiero con esto a un almuerzo final donde el equipo residente engulló en absoluto silencio unos platos grotescos. El equipo de residentes subieron por última vez el cerro Mayaca hasta la radio Cumbre, donde Dj Brígido y Dj 4Letras nos invitaron esta vez a nosotras/os para una emotiva entrevista final. Lentamente, se hicieron los últimos arreglos en la expo, se colgó el lienzo, se desocupó la bodega, y se devolvió la cabaña en Pueblo de Indios. Y partimos de vuelta a Santiago.