Empieza la carrera por el cierre. El 31 de enero tenemos fecha en el Centro Cultural Leopoldo Silva. Preparados, listos, ya. Tuvimos reunión con los programadores Ivo, Ramón y Belén. Nos llevamos bien. La claridad y un sentido del humor irónico que esconde el amor al trabajo, se comparten. Compartimos también la frustración por las enormes limitaciones en el uso del espacio. En la sala de exposición no se puede clavar un clavo ni poner una cinta doble contacto. Las paredes no se pueden tocar porque no hay presupuesto para repararlas después. Nos ofrecieron unos biombos mal pintados, una iluminación de ultratumba, un sonido con eco como de iglesia, unos plintos y unas estructuras de madera que dejó olvidadas (o donadas) otra artista. También toda su ayuda para conseguir transporte local, apoyarnos estos días, venir a la asamblea en el cerro, prestarnos equipos en el centro y el plotter.
Una noticia nos dejó blancos. Después de nuestra muestra en diciembre, el Portal de Memorias, que homenajea a los vecinos fallecidos del Mayaca, quedó instalado en el hall de entrada, en exhibición. Y está penando a Armando, el guardia del Centro Cultural. Ivo, Ramón y Belén nos contaron, y después de que nosotros no les creímos, nos llevaron donde Armando y él mismo nos confirmó que suenan golpes desde adentro y que la cortina se mueve cuando no hay brisa ni corrientes de aire. Nos miramos los siete totalmente pasmados. ¿Habremos hecho no un Portal de Memorias, sino un portal al otro mundo, como Poltergeist?
Toda esta mística se deshace en mil pedazos al llegar a casa y retomar un largo y tedioso trabajo de actualización de presupuestos y finísimos análisis de cada pequeño movimiento que podemos o no podemos hacer. Ya a estas alturas da susto la cosa. Menos mal parece que vamos un poquito sobrados de cariño. Y menos mal llegó un gatito que nos salvó de los ratones, y una pareja de gallinas que nos regala desayunos de primer nivel.