La semana se fue entre dos trabajos paralelos:
Por un lado, el Portal de Memorias necesitaba transformarse en un objeto más fácil de transportar, para que pueda itinerar por el cerro y exponerse en el Centro Cultural Leopoldo Silva, además de servir para otros posibles propósitos a definir con el colectivo. Lo que se decidió fue convertirlo en una cabina desarmable.
Por otro lado, se subió y bajó el cerro, y se volvió a subir y bajar, para organizar y convocar a nuestra próxima actividad: un recorrido interactivo por el cementerio Mayaca. La idea es reunir a niños y niñas de cuatro poblaciones del cerro para invitarlos a un recorrido interactivo por el lugar en torno al cual se construyeron sus barrios: uno de los cementerios más antiguos de Chile. Se diseñaron e imprimieron flyers, nos reunimos con el administrador del espacio, y visitamos y llamamos por teléfono a niñas/os y padres de cuatro poblaciones distintas, invitándoles a conocerse y participar.
Inauguramos el nuevo formato armable y desarmable del Portal de Memorias el viernes en la Feria Itrofil (de la mesa territorial del Mayaca Alto) que se instaló el viernes en la población Aconcagua Norte. Los vecinos visitaron el portal y aprovechamos de invitarlos al tour del domingo.
Esa tarde reforzamos la convocatoria con el grupo de chicos/as que viven frente al CECOF en la población Progreso y Desarrollo, y otros de barrio Mirador, donde llegamos totalmente teñidos de rojo, por una guerra de morones a la que nos sometieron algunos de los integrantes de la Cooperativa de Relatos.
Como ya es ritual, el sábado las empanadas inauguraron una nueva sesión de radio. Pero esta sesión fue especial, porque se trató del primer programa oficial de Mayaka Wak’a, donde Mati, Camilo, Rodrigo, Carlos, la nueva integrante, Tiare, y Dj Brígido presentaron la cápsula grabada la semana pasada.
Esa noche se hizo también un ensayo con Gilberto, presidente de la junta de vecinos Progreso y Desarrollo, y Carlos, el marmolero, del tour del domingo por el cementerio, entre recuerdos de sus años como compañeros de colegio. Nos interrumpió un enorme incendio abajo en el valle. La imagen de las llamas de unos diez metros de altura se colaba entre las tumbas.
Los incendios se suceden casi a diario. La sequía los multiplica cada año. El de esta vez ocurrió en plena cuenca del río Aconcagua, que de tener aún su curso de agua regular, habría cubierto las llamas. Sin embargo, lo que queda es un arroyo a lejanos cien metros del incendio. Los compañeros observaron en silencio.