No soy buena con las despedidas, por eso intenté que dicho proceso fuera breve.
Sin embargo, aun así hubo una pequeña fiesta para mí, y gestos amables y fraternos que me sorprendieron bastante, sobretodo de parte de mujeres de Aymar Warmi y algunos funcionarios municipales, entre otras personas con quienes conviví a diario.
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También a diferencia de lo que creí, demoré mucho en empacar y desmontar mi habitación, la nº 10 (tunka) del hostal Inka Thaki, lugar que fue mi hogar durante los últimos tres meses y medio. Esta labor me tomó desde la tarde de ayer hasta esta mañana, y por fin hoy pasado el mediodía, logré cerrar la puerta por fuera. Casi al instante, abordé un bus en la carretera acompañada por Andrea, veterinaria de la Municipalidad, con quien establecí una sólida amistad en Colchane, siendo mi relación más significativa durante mi último mes de residencia y en general, durante mi trabajo en la localidad.
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En el transcurso del viaje hacia Iquique, conversamos de muchas cosas. A ratos también el sueño nos ganaba, o sólo observábamos el paisaje por la ventana.
Como este era mi último viaje por ahora, en los espacios de silencio fui repasando toda la experiencia de vivir en Colchane, los momentos más interesantes, lo más complejos, los objetivos logrados, las sorpresa y las decepciones, los amigos y las aventuras.
Siento que me faltó tiempo, y mucho por hacer. Que entendí muchas cosas tarde, pero también otras justo cuando debía. Estas sensaciones son recurrentes en cualquier proceso de cierre, pero como en este caso hay un viaje de larga distancia entre Colchane y mi hogar en Valdivia, que hace casi imposible volver y retomar líneas para desarrollar más tarde, lo inacabado me molesta y la nostalgia se siente más fuerte.
Hoy me quedo en Iquique y mañana ya parto rumbo al sur, viaje que me tomará todo el día. A pesar de los sentimientos que tengo por dejar Colchane, también estoy ansiosa de volver a mi casa, sobre todo para experimentar la sensación de contraste entre ambos contextos.
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Una vez en Valdivia, comenzará una nueva etapa de este proceso, que corresponde a la elaboración de los productos por medio de los cuales realizaré la retribución a la comunidad de Colchane, por su acogida y colaboración en el marco del proyecto de Arte Colaborativo.
Después de pensarlo bastante y dialogarlo con distintos agentes en el territorio, incluyendo participantes del proyecto y miembros del equipo de Red Cultura Tarapacá, tomaré todo el material recopilado para dar forma a una publicación especial. El formato exacto aun debo de explorarlo, pero según las preferencias de la mayoría, debería ser un libro pequeño, fácilmente portable y que, cito: “den ganas de dar como regalo a alguien más, para que lo guarde con cariño”.
Basándome en esta idea, además del concepto “ch`uru” (abordado en bitácoras anteriores), y siguiendo con la lógica del “ayni” y la economía del regalo, pretendo regresar a la localidad para devolver su amabilidad, con material que pueda ser comprendido fácilmente por cualquier lector, y que contenga espacios para personalizar su contenido con el fin de que aquello valioso que me fue compartido, pueda seguir construyéndose y circulando entre los miembros de su comunidad.
Este trabajo deberá estar listo dentro del mes de marzo, ya que durante el mes de abril termina el plazo máximo que tengo para ejecutar mi retorno y salida final de Colchane.