Esta semana nos juntamos con Yeya y Loly, no nos fue muy bien. Ellas no están conformes con sus autorretratos y creemos que si se sienten así es mejor que no lo expongan. A pesar de nuestros esfuerzos nos ha costado animarlas. Ese día, nos dijeron que quizás nosotras nos equivocamos, al decidir trabajar con los dos grupos de mujeres y que deberíamos haber elegido solo un grupo. Nosotras, les dijimos que no podemos negar la participación de nadie y menos decir ustedes si o ustedes no. También dudan de ser parte del encuentro final porque les incomoda la presencia de otras vecinas.
No queremos minimizar los conflictos de relaciones entre la comunidad, pero creemos que hay demasiadas rencillas para una sola villa. Y también nos ha tocado tener que escuchar comentarios de aquí y de allá, comentarios que no suman y que continúan perpetuando las brechas entre vecines.
Por otra parte nosotras comenzamos a bordar y a usar los colores que nos dijeron que no servían, queremos mostrarles a Yeya y Loly que se pueden reemplazar colores y jugar con el bordado. Salir de los patrones dados por un programa de punto cruz y echar a andar la imaginación. Tomarse todos los permisos y ver más allá.
Seleccionamos algunas fotos que hemos tomado durante la etapa de residencia y comenzamos a dibujarlas. En este proceso nos han colaborado amigas viajeras como las poetas Damsi Figueroa y Noelia Figueroa, Margarita Gómez y Lady Gómez.
En el Centro de Madres las cosas también están algo extrañas, tampoco vemos animo de parte de las mujeres y aún no se terminan del todo los trabajos. Se nota la ausencia de Jaque, ella es parte del motor que da vida a este grupo y una de las mujeres que más se ha motivado con el proceso.
Hemos tratado de no invadirlas y más bien ir con cuidado para cuidar el vínculo.
Para uno de los encuentros semanales solo llegó Kela, la Presidenta del Centro. Nos vio desmotivadas y cuando me preguntó, le fui sincera. “Faltan ganas” le dije, y ella nos dijo clarito que no debemos esperar más de la gente de acá, que quizás el frío les hace más quietos. Y terminó diciendo: “no se preocupen chiquillas, a la villa vino hasta Rodrigo Díaz y nadie lo pescó”. Nos reímos todas.
Porfin volvimos a ver a nuestros amigues Carmen y Winston. Después de casi cuatro semanas volvieron a la villa. Nos reencontramos para hablar y contarnos cosas. Carmen, en un principio nos había dicho que Winston tenía que irse a trabajar y por eso se iban, pero durante la noche que compartimos, nos terminaron diciendo que también se habían ido porque la energía de la villa los había agotado y estaban deprimidos.
Nos hicimos falta, nosotras también nos hemos sentido así esta semana.