Después de una sesión de dibujo a primera hora en la escuela con los niños, nos vamos a tomar un nescafé en el kiosko frente al Agro. Estamos un poco desanimados por la lentitud del proceso. A la primera hora los niños llegan de a poco, comenzamos con 5 o 6 hasta que aparecen todos, y cuesta comenzar a concentrarse. El boceto para el mural ha sido más lento de lo que habíamos proyectado, pero por otra parte el motivo debe salir de ellos. Es un desafío además mantener el espíritu colectivo, muy pocos logran adaptarse a la situación grupal. En cuanto aceptamos la propuesta de trabajar en horario de clases, convenimos con la profe Paola que necesitaríamos el tiempo suficiente para que ellos lograran pensar y proyectar ideas propias en el mural; a diferencia de otras instancias en que participan en algo que ya viene hecho. Es complicado también mantener la atención del grupo, especialmente del grupo de niñas que están en plan de rebelión. Se acerca el fin de año y los profes están agotados.
Planificamos una nueva estrategia para poder cumplir con el plazo que tenemos y terminar el mural antes de que salgan a vacaciones (faltan 3 semanas).
Nos encaminamos a la sección de ferreterías del agro en busca de materiales para el mural. A las 3 tenemos junta en el jardín y pasamos a dejar los bolsos y equipos de video, cuando nos enteramos que esta semana las tías tienen reuniones en las tardes y los niños salen antes. Esperamos en la entrada para poder coordinar los nuevos horarios con las madres que participan en el proyecto de video. Marta llega temprano. Con ella habíamos agendado una entrevista a la Tía Marga hoy, así que decidimos cambio de planes: esperamos un poco y partimos con ella, Marianela y las guaguas a grabar. Las tías del jardín nos prestan unos coches para facilitar la maniobra.
Primero Marianela entrevista a Margarita (dueña de La Tía Marga), cocinería que sirve comida chilena y boliviana. Marga nos cuenta de su vida en el Agro, los clientes, los negocios y su pronta retirada de las pistas. El Agro no para -dice-, pero nosotros tenemos que parar, hay que moverse a un quehacer menos sacrificado. Al final de la entrevista nos cuenta sobre el fantasma que apareció en su restaurant hace un par de años a calmar a una guagua que lloraba, y su hija muestra la foto del fantasma en su celular. Era un caballero muy amable, dice.
Seguimos por el pasillo de comida con los coches y la cámara. Marta recomienda que entrevistemos a la dueña del restorán de pescado. La señora Marta nos cuenta sobre su local, el caldo de mariscos y los ceviches de albacora. Recalca que es la primera en abrir en las mañanas y una de las más antiguas. Antonia, la hija de 9 meses de Marta se ha quedado dormida y el hijo de Marianela necesita almorzar. Desarmamos y nos despedimos. Pasamos a conocer el local de Judith que está con su padre, embolsando papa chuño. De improviso se ofrece para grabar su puesto y contar sobre los productos. Grabamos mientras su vecino vende acelga a grito pelado. Queda conforme con la grabación y nos encamina para conocer el local de plantas, que asegura debemos registrar también. La señora Teresa no está, y convenimos entrevistarla mañana. Judith nos ha hablado de la importancia del Agro para las madres de familia: hay muchas mujeres viudas o separadas que mantienen a sus familias con este trabajo, que es el mejor que pueden tener, por los horarios flexibles. Ella que tiene un local en comodato, por ejemplo, puede llevar a los niños al colegio y al jardín, trabajar toda la mañana y después cerrar un rato para ir a buscarlos. Cuando tiene trámites que hacer como hoy, que lleva a su papá al médico, también lo puede hacer, y sin jefe que le ponga problemas. Es un alivio.