Una de las noches escuchamos las sirenas de los carros de bomberos, al otro día camino a nuestras actividades, nos percatamos que el Ruco estaba destruido por el fuego. Un accidente provocó el incendio, lo que dejó en la calle a Pato y sus compañeros que habitaban el lugar.
Para nosotras fue un impacto ver el lugar y recordar los momentos que pasamos allí. “Lo perdí todo” nos decía Pato, quien esperaba ayuda para poder reconstruir su casa.
En la actualidad hay una carpa azul para 4 personas, allí duermen “los rucos” en condiciones de hacinamiento, pero con el optimismo de surgir y recuperar su espacio.