Es la segunda semana de la residencia y ya voy conociendo más gente. Arica es lento, me dicen todos. Y veo que es cierto, luego de ser presentada en persona puedo acceder a sus números de teléfonos para concertar una conversación. Mándame un whatsapp – me dice Silvia, la hija de la señora Felipa Condori, maestra tejedora de la comuna de General Lagos, que vive al lado del Agro. Finalmente hablo con su hija mayor, Verónica, y me convocan a su casa el día siguiente. La idea de contactar a la señora Felipa surge de una jornada en que comparto con mujeres tejedoras en un taller realizado por Loreto Millalén en el Poblado Artesanal. Estoy en busca de artistas que viven en Nueva Esperanza, y me entero que la familia Condori está ahí. Hay un gran número de familias Aymara que conservan su lugar en el interior y viven por temporadas en la ciudad. Es una modalidad ligada al quehacer agrícola y al intercambio de productos que se lleva a cabo en el Agro. Este sector es, para muchos, la entrada a Arica, me comenta Rodrigo Novoa, antropólogo que trabaja en el ministerio.
Tengo que estar a las 9 am en la casa de la señora Felipa. Me demoro más de una hora en llegar al Agro, cosa que me preocupa. Ha sido muy difícil encontrar donde vivir y ahora estoy al otro lado de la ciudad. En Arica todos se mueven en colectivo porque las micros son muy lentas y más escasas. Es un sector desconectado y tengo que caminar 30 minutos para llegar al centro.
Verónica y su madre me esperan. La señora Felipa está tejiendo y Verónica cuida a su sobrina pequeña. Es una casa de mujeres. El patio interior está lleno de telares en proceso, un ambiente amable. Aunque me he preparado un poco, no sé muy bien cómo comenzar. Me presento y espero que me cuenten sobre ellas y el trabajo del telar. No me cuentan mucho, sino más bien están esperando una propuesta. Entonces digo que estoy ubicando a los artistas de la población y formas de compartir su trabajo con las vecinas y vecinos. Hay posibilidades de trabajar en la escuela, con niños o padres, hacer creación colectiva. Rápidamente soy interpelada: no se puede enseñar telar a niños, no se puede capacitar a nadie en 3 meses, y por último, pregunta que seguiré escuchando a muchos después: ¿qué ganamos nosotras? Verónica me cuenta de los proyectos de capacitación para mujeres y que les interesa mostrar el trabajo, vender. Retrocedo un poco y hago algunas preguntas: hay más tejedores en la población, la gente acá conoce su trabajo, les interesa que los niños se motiven con el telar. La conversación continúa y me preguntan más sobre mi trabajo. Cuando menciono el video, Verónica me dice que ella hace videos para youtube y ha estado grabando a su mamá con el celular. A varias de la agrupación de artesanas les interesa aprender el video para difundir lo que hacen. Vemos algunos videos de jardinería que ella ha subido a su canal, y vamos conversando sobre la posibilidad de hacer un documental colectivo sobre el oficio de su madre. Tengo que hacer hora para ir a la escuela y seguimos conversando. La idea de hacer video se instala como un beneficio local y vamos conectando los objetivos comunes. Seguiremos en contacto y volveremos a conversar.
Me llega un mensaje de Paola de la G27, para reunirnos inmediatamente. Ella es muy ejecutiva y planificamos las actividades para la realización de un mural colectivo en la escuela, con los octavos básicos. Es complicado convocar a los niños a un horario fuera de clases, pero ella puede organizar las horas que van a la biblioteca y codirigir las primeras sesiones, para conocerlos y entrar en el tema. Calculamos unas 6 jornadas, para que todo el proceso sea participativo, desde las ideas, bocetos y ejecución. Pienso que es una buena forma de conocer a los niños. Con la experiencia adquirida en Taltal en 2016, veo que es mejor generar varias actividades paralelas y luego conectarlas; de otra forma puede pasar mucho tiempo antes de comenzar. Hablamos un poco de cómo abordar el tema intercultural en las sesiones, a través de conversación, lectura, dibujo.
Luego vamos a ver a Elsa Flores, la profe de lengua Aymara, con quien Paola me sugiere que organicemos alguna actividad con textil. La sala está llena y los niños están cantando. Elsa me presenta y salimos un momento a conversar. Conoce a la señora Felipa y le parece excelente idea realizar algunas actividades con ella y los niños. Quedo de llamarla para reunirnos otro día.