Llegamos al final del proceso iniciado hace tres meses. El Peumal, una localidad rural de la comuna de Romeral nos acogió y encantó. La falta de un espacio para compartir y reunirse, fueron los motivos que nos hicieron entrar en esta aventura de crear una plaza, un espacio para la comunidad. La tarea requirió de muchas gestiones, hablar con el Municipio de Romeral, la Escuela del Peumal y reuniones con los vecinos. Lo maravilloso es que todo fue avanzando con una muy buena disposición de todos los actores involucrados, dándose de manera fluida para que realmente fuera posible este anhelo. Cada sábado o domingo nos juntábamos en la Escuela para trabajar en torno al telar, tomando mate y comiendo tortillas. Las mujeres reunidas en el comedor y con nuestro único integrante varón, Lucas, jugaban con las lanas y colores dando forma a sus creaciones. Afuera y en otras salas jugábamos con los niños, cantábamos y diseñábamos cómo querían fueran sus juegos. Han sido tres meses en el campo, mi hijo ha corrido, jugado con tierra y hecho amigos en una aventura llena de mucha cordialidad de sus habitantes hacia nosotros. También hubo momentos difíciles y fue una tarea que nos demandó mucho esfuerzo, sintiendo a veces que el cuerpo ya no daba más. Ahora al llegar al centro del Peumal, hay un cartel que dice “Plaza El Peumal, Lugar de Encuentro”. Este era un espacio vacío, con basura, con un Nogal abandonado en una esquina. Y la transformación llegó. Con 90 palet y neumáticos se dio paso a la creación. El poder de transformar y eso hacerlo de manera colectiva tomó fuerza. Cada jornada en la plaza llegaban distintas personas a ayudar, la Sra. Susana iba con sus hijos y hacían las bancas, la Sra. Mireya y Ema que pintaban los juegos, Lucas y Denis, que luego de un día agotador de trabajo se iba a seguir trabajando en la plaza hasta que se fuera el sol. Gracias a ellos y muchos más por creer, por jugar con nosotros, por enseñarnos y transformarnos a nosotros también.
El hito de cierre fue un día de real fiesta y se respiraba alegría. Nos dijeron los que asistieron, que muchos vecinos no habían ido por vergüenza por no haber ayudado en la creación del lugar, y la verdad es que así ocurrió en gran parte, la mayor parte de la gente que estaba ese día, había estado en el proceso. En la semana previa, cuando invitábamos, nos decían que les daba vergüenza ir por lo mismo, les decíamos que no importaba, que fueran igual, pero decidieron no estar. Generar más o menos convocatoria, creo que no es lo más importa en este caso, sino el provocar algo en la comunidad, pues nadie quedó indiferente, vivieran o no el proceso con nosotros. La gente desde el bus, pasando a pie o en bici, siempre pasaba mirando que estaba ocurriendo, se cuestionaron si merecían ir a celebrar sin ayudar, algo nos cuestiona y remece.
En la semana posterior a la inauguración, nos cuentan que en las tardes ya se ve gente en la plaza. Algunos vecinos llegan y nos comentan lo linda que está, somos testigos de cómo empiezan a apropiarse de ella.
La incertidumbre de qué pasará en el futuro es clara, el espacio asignado sigue siendo parte de la escuela, y aunque actualmente está abierto para todos, la amenaza de que lo cierren y deje de ser público es latente. Lo que si nos alegra es que la comunidad se organizó para cuidarlo, quienes irán a regar, sacar la basura, construirán nuevos juegos y así…
Un nuevo lugar de encuentro vimos nacer. También vimos reverdecer el Nogal, tardes de lluvia y sol, noches de estrellas, risas, cansancio, dolores, juegos. Espero volver un día a pasar una tarde en la plaza del Peumal, para volver a encontrarnos y seguir creyendo en la fuerza de lo colectivo.