Cambiamos los días de la Brigada Textil de martes y jueves a lunes y miércoles, para que la pequeña Julieta, una de nuestras colaboradoras más comprometidas, pudiera venir sin tener que competir con las tardes que le toca la visita de su mamá, reguladas por la asistente social. La once Comunitaria de Mapeo hecha el domingo le dio un nuevo rumbo a la Brigada. Definimos una lista de parches que faltan, con los hitos inevadibles que deben estar presentes en un lienzo que honre al Cerro Mayaca. Ámbar (que en un comienzo ni siquiera cumplía la edad mínima para participar en el taller, pero fue aceptada por su insistencia) deslumbró con su golondrina, fauna protagonista de la población Las Praderas. Su tía Melisa avanzó con un cardo morado y pinchudo, Amy bordó un carro de la carrera de carritos. Emil en un rato sacó el parche del esqueleto inca con cerámica en mano. Rodrigo terminó el camión de papas fritas, y su hermana Anais, el espino florido. Después de ir a dejar a lxs niñxs, lxs grandes nos quedamos para trazar el mapa. Proyectamos GoogleMaps en la pared sobre unos papelógrafos y tiramos las líneas generales. Pensamos que el trazo del río podría irse adelgazando y con ello representar su proceso de secado y servir como línea de tiempo.
Un par de días después, Ámbar y su prima Agatha se inauguraron en la radio con la presentación de la quinta cápsula de Mayaka Waka, en el programa Perillas de Dj Brígido y Dj Cuatro Letras. A pesar de haber estado muertas de miedo antes de empezar, la locución les salió de una forma tan natural y espontánea que nos dejaron a todxs sorprendidos. Una pena no haberlas invitado a participar antes, de nuevo por pensarlas muy chicas (tienen 9 y 11). Tomamos nota para el futuro.
Revelamos los rollos análogos de fotos con los que Tiare, Rodri y Amy registraron la deriva por la parte salvaje del Mayaca, hecha hace unas semanas. Parecen hechas por profesionales, con una comprensión profunda de la importancia de escoger un encuadre en un momento único, a través de un lente por el que se mira con un ojo cerrado, como si no fuese la primera vez que lo hiciesen, con la sensibilidad de un artista. Se nos crispan los pelos.