Llevamos dos semanas recorriendo el camino costero que une Colmuyao con Cobquecura. Ya nos sentimos más familiarizados con el entorno y las relaciones humanas. En un comienzo sentíamos que nuestra presencia era excesivamente llamativa para los habitantes de este lugar, levantando sospechas, ya que no es común ver gente joven y menos aún que estén interesados en las problemáticas locales. En primera instancia lo que la gente nos pregunta al entablar una conversación, es si tenemos algún tipo de vinculación con estudios sociales o si somos enviados de alguna empresa. Esto no es menor, ya que el problema que ha estado en boca de todos los habitantes de esta zona desde hace ya algún tiempo, es el tema de las salmoneras.
Cuando nos reunimos con el Presidente de la Junta de Vecinos de Colmuyao, nos habló por largo rato de este tema del cual ya teníamos algún conocimiento, ya que tanto Colmuyao como Cobquecura y sus alrededores, tienen esta consigna a través de banderas negras con pescados muertos y frases con la advertencia de no querer las salmoneras en sus costas en casi todos sus negocios, casas, calles, etc. Existe un mega proyecto que consiste en colocar kilómetros de jaulas para salmones frente a las costas de este sector, lo que trae consigo una costra de desechos tóxicos en las costas debido a los peces que son hacinados en jaulas, en donde le son inyectados antibióticos para evitar enfermedades. Esto genera que su excremento sea altamente tóxico para el piso marino y por lo tanto, para toda la población marina. En esta misma reunión con Don Bernardo, se nos contaba sobre un pueblo cercano que había accedido a instalar las salidas de desechos de una planta de celulosa en sus terrenos, lo cual había sido lucrativo para los agricultores en un comienzo, pero que después sólo logró que el suelo se volviera inutilizable y que el daño ecológico fuera irreparable: ya ni siquiera podían cosechar papas en ese terreno ni tomar agua de ese sector. Sabemos que estas industrias buscan lugares alejados y con poca densidad de habitantes para instalarse, y así poder minimizar la visibilidad de las reacciones contrarias que generan.
El pueblo se enorgullece de haber logrado, después de una manifestación en Chillán, parar un número significante de proyectos que se iban a instalar frente a estas playas, gracias a la presión social. Es por eso que esta se vuelve la gran causa por la que se une al pueblo entero y al sector de Cobquecura y sus pueblos aledaños, en una lucha de protección de la flora y fauna y del espacio natural en general, para así poder prevenir el posible desastre ecológico que este tipo de industria conlleva. Es común ver casas, locales, automóviles y personas llevando la imagen representativa de la campaña en donde aparece un pez muerto y la frase “Salvemos Cobquecura”.