Hace un tiempo escribí una bitácora sobre mi choque cultural frente a los niveles de machismo que se viven en esta localidad. Más que nada, me llamó la atención el machismo entre mujeres, reflejado en faltas de empatía, juicios rápidos y desconfianza de entrada, como si todas fuésemos alguna encarnación de esa Eva bíblica, símbolo poco generoso de estructuras desde el patriarcado. En esa bitácora dije que no sabía cómo implementar un proyecto de género. Sigo sin saberlo, pero más que desde la emocionalidad que desde otra parte, he ido virando las actividades para visibilizar la voz de las mujeres de esta comunidad, ojalá abriendo diálogos y facilitando empatías.
Además, a medida que iba grabando mujeres, me di cuenta de varias cosas: En primer lugar, se hacen de rogar menos que los hombres. Estos últimos son buenos para cuentear, pero les propones grabar y se cortan. Por otra parte, me di cuenta que ese origen inicial que estaba buscando, ese relato de pioneros y de los principios de la comunidad tortelina, es un espejismo que está ultra trabajado. Hay a lo menos 3 o 4 libros sobre relatos de los pioneros, pero lo que más me impresiona es lo evidentemente editado que está el relato. Mientras con más gente conversaba, más me daba cuenta que esos pioneros no llegaron solos. Venían con sus familias, y mientras ellos partían al monte o a buscar víveres por meses, quienes se quedaban en los campamentos o los campos, criando niños, maderiando y haciendo magia para que los víveres duraran hasta que llegara el hombre con más, eran las mujeres. Así, siempre han trabajado a la par con los hombres, navegando a remo, maderiando, y carneando animales. Insólitamente, nadie las menciona en los relatos, como si ellas no fuesen pioneras, peor aún, como si fuesen invisibles.
En la vida contemporánea de Tortel, el relato no ha cambiado. Es un pueblo maderero, te dicen. Ahora está llegando el turismo, pero somos madereros. ¿En serio? Porque hasta donde yo entiendo, la madera está cada vez más lejos. En cambio, los hospedajes, cocinerías, artesanías y otras labores ligadas al turismo, las realizan las mujeres. Las mujeres también componen la dirigencia de la mayoría de las organizaciones sociales, productivas y vecinales. Y como sigue siendo una comunidad terrible de machista, las mujeres también siguen criando a los niños prácticamente solas. Las mujeres son el presente y futuro de Tortel, tanto social como productivo, trabajan de sol a sol, pero siguen silenciadas bajo la figura del maderero, ese patagón superhombre que navega por el mar con cientos de troncos a cuestas. Ese patagón que ya no existe, y que por lo demás, nunca existió solo.
Y así, poco a poco voy descubriendo relatos personales y particulares, de puras mujeres increíbles y modestas -acostumbradas a remar, buscar leña en el barro, picarla con la moto y acarrearla cerro arriba-, que te dicen que la vida ahora es fácil. No tan rigurosa como antes (textual). Y yo solo me sonrío pensando en el título del proyecto y viendo cómo, desde la ceguera y desde los conflictos, el proyecto solito siempre termina siendo lo que tenía que ser.